Me pregunto que clase de pacto con el diablo habrá hecho Nicolas Cage para que los grandes estudios sigan contratándole y financiando semejantes bodrios. ¿Cuántos van ya?. En cualquier otro caso ya estaría relegado al ostracismo más absoluto. Pero sin embargo ahí sigue, empeñado en castigarnos con bazofias de un alto calibre que siempre consiguen superarse. Ésta se lleva la palma.
Ni siquiera la presencia de Violante Placido (sí yo también me río con su nombre) salva este pestiño que si fuera fruto de una noche de borrachera entre productores, guionistas y directores tendría una lógica. La cuestión es que las borracheras normalmente al día siguiente se pasan y luego queda la odiosa resaca.
Pues bien, parece como si la borrachera les hubiera durado todo el tiempo de desarrollo del guión, rodaje y postproducción de ésta cosa incalificable. Es más... a veces el estado de embriaguez produce también de manera paradójica una extraña lucidez e ingenio que no consigues estando sobrio lo que me lleva a pensar que el detritus que nos ocupa simplemente es fruto de la incompetencia y falta de imaginación de sus responsables.
Lo único rescatable, por salvar algo más que nada, son los efectos especiales, las escenas en carretera y los bonitos escenarios.