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España España · Málaga
Voto de JRBoxó:
9
Drama Un sofocante día de agosto de 1945, recién acabada la guerra en Europa, los habitantes de un pueblo se preparan para la boda del hijo de un funcionario del ayuntamiento. Mientras, dos judíos ortodoxos llegan a la estación de tren portando dos misteriosas cajas. El funcionario teme que los hombres sean hijos de los judíos que fueron deportados, que vienen a reclamar las propiedades que ahora tienen ellos de manera ilegal, perdidas por ... [+]
4 de abril de 2018
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta excelente producción húngara dirigida por Ferenc Török se une a esa otra gran obra del cine húngaro que es El hijo de Saúl de László Nemes, en un abordaje de la Shoah con matices diferentes a los habituales, que hacen de ese oscuro y terrible episodio de la humanidad un patrimonio de la memoria colectiva de la culpa, el remordimiento y el mal radical. En su conocida investigación, Hannah Arendt dedica unas diez páginas al análisis de las deportaciones de judíos en Hungría, poniendo al descubierto tanto las artimañas engañosas de Eichmann en la creación de un Consejo Judío al que dar órdenes a cambio de una total jurisdicción en los temas que afectaran a los judíos, como en la ingenua fe de la mayoría de los judíos que accedieron a cambio de cierta venalidad aparente que posteriormente se convirtió en un espolio sistemático hasta la deportación masiva y acelerada (tuvo una duración de dos meses) a Auschwitz. Hannah Arendt afirma que en ningún otro país gastaron los judíos tanto dinero para obtener tan poco a cambio. Este espolio da fondo a la culpa comunitaria que despiertan dos judíos que llegan al pueblo, ya bajo ocupación soviética, a enterrar dignamente enseres pertenecientes a sus difuntos asesinados. La mayoría de los habitantes habían participado en las denuncias falsas, expropiaciones y entrega de sus conciudadanos judíos y se habían quedado con sus bienes. La presencia de estos dos hombres, ajenos a cualquier reivindicación material y centrados en su duelo, despierta el terror a la publicidad de los actos malignos que da a la película una universal dimensión ética. Es esta publicidad la que despierta la conciencia moral y por tanto culpable. Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz. Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, en la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en las habitaciones privadas, se proclamará en las azoteas. No conozco mejor comentario a estos textos del Evangelio, que el realizado por Kant: “son injustas todas las acciones que se refieren al derecho de otras personas cuyos principios no soportan ser publicados. Una acción que no pueda manifestarse en alta voz sin que se arruine al mismo tiempo mi propio propósito, una acción que, por lo tanto, debería permanecer secreto para poder prosperar y al que no puedo confesar públicamente sin provocar indefectiblemente la oposición de todos, es injusta.” La Shoah, como toda acción asesina requiere el secreto y por tanto, se avergüenza de sí misma. Su publicidad confronta a todos los asesinos, por tanto, la memoria de la Shoah no pertenece en exclusiva a un pueblo sino a toda víctima de la injusticia y del silencio cobarde y colaborador.
JRBoxó
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