Cruda película que resulta un baño de realidad para los que no hemos llegado a esta etapa de la vida que es la 3ª edad y la vemos a lo lejos como si no fuese con nosotros. El transcurrir de la película consigue hacernos vivir en priemera persona lo que supone aceptar la recta final de nuestra línea vital asumiendo una cruda enfermedad que implica aceptar la dependencia de los otras personas, ya no mandamos y nuestros hijos toman las decisiones por nosotros, con cierto grado de egoísmo y desagradecimiento, pero todo ello es soportable si disfrutamos de amor y compañía de alguien a nuestro lado, lo cual nos mantiene vivos en estas circunstancias. El dinero y lo material pasan a un segundo plano y al protagonista le invade una sensación de haber malgastado su vida trabajando para obtenerlo, siendo dado de lado por los suyos y vendidas sus pertenencias, cuando ya empieza a suponer una carga para ellos, cuando más importante es su compañía, es necesario buscarla en las nuevas amistades de la residencia para seguir viviendo.