Así es, en la prisión de Benton hay hacinada tal cantidad de soldados sudista y en medio de tanta suciedad, que no es nada extraño que la viruela campe a sus anchas. Para combatirla nada mejor que un baño general de todos los presos en las frías aguas de un río vecino. Con la ropa puesta, pues así se lava también. Y es que "un baño al año no hace daño".
Tres prisioneros aprovechan para fugarse e iniciar una serie de aventuras que los llevarán a unirse a un grupo de medio guerrilleros, medio bandidos sudistas, que hacen la guerra a su manera: "Nosotros no tomamos rehenes, los matamos". Juntos planean asaltar una caravana que va de Santa Fe a San Luis, que transporta oculto un millón de dólares en oro, junto a un franciscano enfermo del estómago y una bella viuda (Dahl), además de otras personas civiles. Sufren los consabidos ataques de indios, rayos y truenos, con las disputas y luchas internas que siempre se producen en estas marchas.
Pese a lo que algunos han comentado, el guión nos parece bastante sólido y ofrece abundantes aventuras en medio de bellos parajes bien fotografiados. La interpretación en general es corrientita.
Hay sin embargo algunas escenas interesantes muy bien resueltas. Además de la citada del cruce del caudaloso río con los carros e impedimenta, nos gustó mucho la del tenso almuerzo en casa del ranchero nordista al poco de escapar de la prisión y, sobre todo, la del baile en plena caravana con los hombres barbudos haciendo de mujeres, hasta que irrumpe desmelenada la bella viuda que también quiere participar en la danza, hasta conseguir que el jefe de la caravana Will Owen (McCrea) le coloque unos nuevos zapatitos verdes en una escena plena de sensualidad y de deseo contenido.
Buena película en su conjunto.