La historia puede parecer poco verosímil. Un antiguo bandido rehabilitado que vive en una pequeña ciudad, Link Jones (Cooper), es comisionado por sus vecinos para contratar una maestra. Durante el viaje el tren es asaltado por los forajidos.
Da lo mismo. El caso es que en el vagón, como en “La diligencia” de Ford, solo se destaca la presencia del larguirucho Link, de un jugador de ventaja como Sam (O’Connell) y de la cantante de taberna Billie (London).
Los tres se ven apeados del tren en un lugar aislado y deben buscar cobijo. Tres caminan juntos mientras cada uno va mostrando su propia personalidad y carácter. Y en esto es un consumado maestro Mann, en breves pinceladas nos dice cómo es cada uno.
Pero el camino que siguen no es hacia adelante sino hacia su propio pasado. De hecho van a parar a la guarida de la vieja banda que un día abandonara Link en busca de rehabilitarse y que sigue mandando el viejo Dock (Cobb), un tirano que guía a sus secuaces con mano de hierro pero que siente debilidad por Link, “Yo no creo ni en mi padre, pero lo sabré a su debido tiempo”.
La historia es lo de menos, lo mismo que el guion casi. Lo verdaderamente trascendente son los personajes y la atmósfera en la que se mueven. Aislados, enfrentados, violentos, cobardes … cada uno va mostrando poco a poco su personalidad.
Hay tiempo para todo, también para la rehabilitación y la dignidad en quien menos se espera.
Un western de personajes que encuentra en la dureza del paisaje o del pueblucho abandonado el fondo adecuado para el drama que allí se desarrolla.
Tensión dramática que se palpa en los diálogos, breves y cortantes. Como en esas panorámicas del pueblo que muestran en un primer plano los preparativos de Link para enfrentarse a los malvados que se adivinan allá a lo lejos.
Tres caminan juntos al encuentro de su pasado. Un excelente western psicológico que recomendamos.