¿Puede un plato de comida luchar contra la sociedad hiperconsumista y relativista en su moralidad de la contemporaneidad? Ang Lee da una clase magistral de cine taiwanés donde la comida tradicional china se constituye como el elemento central de la preservación de la cultura, la convivencia y las relaciones familiares entre los protagonistas. La película nos presenta cuatro historias bien diferentes, un experto chef a punto de retirarse del oficio y sus tres hijas, cada uno enfrenta situaciones personales en las que lo valioso de la vida se resume en la necesidad de contar con dos tipos de alimentos fundamentales: los alimentos físicos y los alimentos emocionales.

Emociona ver cómo culturas tan diversas como la china posee elementos tan comunes con la latinoamericana como la importancia de los alimentos de antaño. Recuerdo las grandes celebraciones que el pueblo latinoamericano vive en torno a los alimentos, toda navidad, año nuevo, cumpleaños, matrimonios, compra de casas o vehículos, despedidas y bienvenidas. Toda nuestra vida gira en torno a la comida y es innegable que dichas celebraciones cuentan con un espíritu unificador más poderoso cuando los alimentos son preparados en el mismo hogar a que si son adquiridos pre-cocidos o en restaurantes. Hace parte de nuestra naturaleza africana, indígena y española ya que las tres culturas heredan en sus recetas culinarias la unidad, la paz y la solidaridad familiar. Por lo que se ve en la película, en realidad, la humanidad no es tan diferente en conjunto. Bellísima.