¿Se puede vivir, única y exclusivamente, de las formas?... Yo creo firmemente que no, pero parece ser que Park Chan-Wook lo ha pretendido en “Stoker”. La película es como un huevo de Fabergé, muy bonito y embelesador por fuera pero absolutamente vacío por dentro.
“Stoker” es un thriller en el que se ha puesto mucho más esmero en construir el chasis que en colocar un motor que realmente haga funcionar al vehículo. El potente y personalísimo estilo visual del realizador surcoreano impregna de principio a fin la película, y se convierte a la postre en la mayor virtud de “Stoker”. La cinta resulta turbadora mostrando muy poco, a lo que hay que sumar un sobrio pero efectivo diseño de producción que funciona bastante bien. Ahora bien, es mejor no empezar a analizar la historia porque no sale nada bueno de dicho análisis. El film nos pone en la piel de una adolescente introvertida que el día de su dieciocho cumpleaños sufre la pérdida de su padre, quedando bajo la tutela de su inestable madre y de su hasta ahora desconocido tío que llega inesperadamente para confundir a ambas. La trama no es muy evocadora que digamos, lo que sumado a su monótono y frio desarrollo tampoco hará que saltemos de la butaca. Argumentalmente “Stoker” sugiere más que ofrece, derivando todo en un apático desenlace que nos recuerda que la familia es lo unico que no podemos escoger en esta vida.
En el plano actoral se me han juntado el hambre y las ganas de comer. Entre que Mia Wasikowska es una actriz que de nunca me ha dicho nada, y que a Nicole Kidman con el paso del tiempo le he ido cogiendo cierta ojeriza, al final a “Stoker” le he encontrado cero estímulos. Y luego revolotea por ahí Matthew Goode, tan embaucador como intrascendente.
En líneas generales "Stoker" es un decepcionante thriller que me ha entregado entre nada y muy poco. Ni su decente y cuidado aspecto visual harán que se me vaya el mal sabor de boca generalizado que me ha dejado todo lo demás.