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España España · San Sebastián
Voto de RavenHeart:
6
Drama Kigali, primer día del genocidio. Los ruandeses se masacran entre sí, los extranjeros procedentes de paises occidentales huyen del país. Jacqueline, una joven tutsi que trabaja como niñera para una familia belga, se ve abandonada. Escondiéndose tras un techo consigue evitar a los matones. Mientras tanto, en su aldea han matado salvajemente a sus niños. Buscada y perseguida, se refugia en el bosque. (FILMAFFINITY)
5 de enero de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comencemos esta reseña con una necesaria contextualización histórica: En 1994, en medio de un clima social cada vez más crispado, facciones radicales de la etnia hutu masacraron a 800.000 civiles ruandeses en la que es una de las mayores tragedias humanas de la historia moderna. El género documental ha abordado en numerosas ocasiones aquellos eventos pero, repitiendo la indiferencia internacional que los rodeó en su momento, el cine de ficción no ha querido profundizar demasiado en aquella matanza. Muy al contrario, el cineasta belga Philippe Van Leeuw -un hombre que ha trabajado con grandes directores del cine francés como Bruno Dumont- aborda ese trágico período a través de su primera película como director.

Para escenificar toda esta decadencia el director recurre al plano fijo, retratando a los asesinos desde la distancia pero acercando a un tiempo la cámara al rostro de su víctima. Tan solo en un par de escenas se permite Van Leeuw acelerar la acción mediante mecanismos diferentes, en ese comienzo soberbio con la protagonista escondida mientras se escuchan las voces de los invasores y en esa otra escena de persecución completamente desquiciada por la espesura machete en mano. Durante el resto del metraje la cámara prefiere detener su mirada en la vegetación de una jungla cuya espesura no deja ver el cielo.

Siguiendo con la tónica intimista, Le jour ou dieu est parti en voyage solo recurre a dos personajes para contar su tragedia. Ruth Nirere se encarga con solvencia de dar vida a Jacqueline mientras que Afazi Dewaele suscribe su presencia a la del papel secundario. A la actriz principal le viene un poco grande el rol protagonista pero sus enormes ojos desprovistos de luz indican que ha sabido interiorizar a la perfección la desesperación inerte de su personaje bañado en sangre, lágrimas, orina y barro.

Quién sabe qué formas de exteriorizar el horror ingeniarían los propios supervivientes de las masacres africanas de poder hacerlo en forma de celuloide. Mientras África no pueda filmar sus propias historias deberán de ser directores comprometidos con sus dramas como Philippe Van Leeuw quienes lo hagan por ellos. A su opera prima le falta cierta contundencia pero no cabe duda de que ha sabido hacer llegar al espectador el infierno de Ruanda a través de un film pequeño y loable en su denuncia. Quizás sea ese magnífico plano de la protagonista con el crucifijo puesto del revés sobre la frente el que mejor resume el angustioso mensaje de su película. Dios se ha marchado de viaje: En su ausencia todo es muerte.
Keichi
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RavenHeart
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