Cuando esta película se estrenó me resultó interesante: un drama erótico sobre el duro mundo de la prostitución. Parecía un buen tema, con muchas posibilidades y material para un interesante producto. Sin embargo, las críticas no la trataron demasiado bien: unos dijeron que era cursi, otros que pedante y la mayoría que era mejor ver directamente una porno. Vamos, que se me quitaron las ganas de verla.

Sin embargo, con el paso del tiempo me dije a mí mismo que no podía ser tan mala; al fin y al cabo es la vida de una ninfómana, algo bueno tenía que haber en ella... pero me equivocaba.

Diario de una ninfómana deambula entre el erotismo, el drama cursi y el cine romántico. Toda la película es pretenciosa, abunda la moralina en cada diálogo (sobre todo en la voz en off de esa ninfómana egoísta, autocomplaciente y egocéntrica) y resulta realmente aburrida. Sus escenas sexuales están grabadas y ejecutadas con tanta desidia que no excitan lo más mínimo. El guión da vueltas sobre la nada para que nuestra protagonista conozca al hombre machista, al hombre controlador y al hombre putero (el personaje con pene más amable es el que la espía mientras se ducha y el único bueno de verdad es gay). No sé si nadie se había fijado en esto, pero aquí los tíos son todos unos cerdos que sólo piensan en follar y las tías unos maravillosos seres humanos: todas (excepto la madame, claro) son sensibles, comprensivas y ayudan a la protagonista a salir del pozo negro que es su vida y a que consiga ser libre (como si alguien la hubiera obligado a meterse en el mundo de la prostitución).

En definitiva, una historia maniquea y muy aburrida en la que sólo salvaría a Sbaraglia, que cumple en su papel de manera más que convincente. Los médicos advierten que la ninfomanía es una enfermedad muy seria, pero películas como ésta no ayudan en absoluto a crear conciencia entre la gente.

Nota final: 3.8