La animación española no destaca demasiado dentro del panorama internacional, pero parece que últimamente empiezan a salir productos más que correctos. Los tiempos de "El Bosque Animado" o "El Cid" ya han pasado y ahora empezamos a encontrar una animación puesta al servicio de temas adultos como en "Chico y Rita" o "Arrugas".

Si es verdad que también se produce animación más infantil que, si bien no pueden competir con los grandes títulos de monstruos cinematográficos como Pixar, Dreamworks o Ghibli, al menos no nos sonrojan y resultan más que aceptables; "Planet 51" o "Tadeo Jones" son algunos ejemplos.

Sin embargo, es en la animación para adultos donde España podría encontrar algún hueco donde destacar. Arrugas puede ser perfectamente comparable con "Persépolis" o "Vals con Bashir", de origen galo e israelí respectivamente, las cuales fueron reconocidas tanto por crítica como por la audiencia como notables películas. Son cintas de animación dramáticas que narran historias que podrían ser interpretadas por actores de carne y hueso; pero que al ser realizadas mediante técnicas de animación novedosas consiguen sorprender más al espectador y calar durante más tiempo en la memoria.

Ya entrando en la película en sí, Arrugas expone la lucha contra la vejez desde diferentes puntos de vista. Dentro de ese asilo con piscina encontramos al optimista, al desencantado con la vida, a la que se enfrenta al paso del tiempo con valentía, a la que se sacrifica por amor y al que deja que todo pase sin más. La cinta se aleja del melodrama y consigue emocionarte con escenas cotidianas, agridulces y en ocasiones muy duras. El drama aparece sin que te des cuentas: estás sonriendo con las desventuras del protagonista y al momento sientes una pena tremenda por todo lo que ocurre a su alrededor y dentro de él.

Arrugas es una película que dura menos de 90 minutos, pero evoca mucho más. El trazo del dibujo es simple, pero la historia es tan potente que te impacta. Los flashback de los protagonistas son tan necesarios como cada línea de diálogo; no hay nada dejado al azar y, cuando llegan los créditos, te quedas escuchando esa canción como si fuera tu propia abuela la que canta.

La película, en definitiva, es de esas que remueven algo dentro de ti y seguramente la recordarás durante semanas o meses, quizá para siempre. Verla es casi una obligación para todos porque todos seremos ancianos algún día. Perdón, mayores.

Nota final: 8.1