Paul Greengrass mostró sus credenciales con esta cruda película que narra los sucesos del domingo sangriento, cuando el ejército inglés irrumpió de forma violenta y a tiro limpio contra una manifestación pacífica en Belfast.
Está rodada con un ritmo endiablado y con ese montaje tan frenético marca de la casa que hace que el clímax vaya in crescendo, aumentando la sensación de inminencia con respecto a la tragedia que va a ocurrir. Presentada como un falso documental, el mayor acierto del film es presentar los hechos desde las dos facciones, desde los dos lados. Capta perfectamente el clima de crispación, de miedo, de desconfianza que va fraguando la tragedia y que está protagonizada por actores desconocidos que ayudan a darle más realismo al film, así como el formato de falso documental.
Una gran película que es muy recomendable.