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Voto de Darth_Fonsu:
9
7,3
3.743
Western. Drama
Vern Haskell recorre todo el Oeste en busca del hombre que violó y mató a su prometida. Alguien le dice que quizá lo encuentre en Chuck-a-Luck, un rancho que sirve de escondite a toda clase de criminales y cuya propietaria es la cantante Altar Keane. Para entrar en el rancho sin despertar sospechas, se hace pasar por un forajido. El problema es que en ese lugar hay una norma inviolable: está prohibido hacer preguntas. (FILMAFFINITY)
15 de diciembre de 2005
57 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fascinante western "noir"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Durante un atraco, una joven es violada y asesinada. Su prometido, siguiendo una pista, se infiltra en una organización criminal liderada por una antigua "cantante". Sabe que la única manera de averiguar quien asesinó a su novia será seduciendo a esa fascinante mujer, ya madura. Cualquiera podría pensar que este argumento corresponde a un film noir del hollywood clásico o un thriller de cualquier época, pero se trata de un western, con caballos, sheriffs, forajidos y referencias a los indios que no andan lejos.
Fritz Lang nos deleita con este western raro a mayor gloria de Marlene Dietrich, que borda un personaje memorable de mujer fuerte que ha vivido demasiado. La investigación del crimen da lugar a que dos personajes cuenten episodios de la vida de Altar Keane, que se nos muestran en flashback (talmente como en Ciudadano Kane de Welles): el narrado por un hombre hace hincapié en aspectos bastante frívolos, el narrado por una compañera de profesión nos muestra la dignidad de Altar y el encuentro con el forajido de buen corazón que será el hombre de su vida (si hacemos caso al guión, el hombre que la convertirá en la mujer de su vida).
El protagonista, Vern Haskell (Arthur Kennedy) se encuentra con el mencionado bandido, Frenchy (Mel Ferrer) en una celda; la escena es divertidísima: es día de elecciones y al lado están detenidos tres políticos corruptos que saben que cuando se recuenten los votos los van a linchar, por lo que intentan de todas las maneras posibles (fundamentalmente el soborno) escapar; Lang nos deja claro que un político es muucho más despreciable que un ladrón de bancos.
La "familia" criminal de "mamma" Keane está compuesta por tipos bastante simpáticos para el espectador excepto el culpable del crimen (que desde el principio del film se nos muestra como un traidor y un cobarde) y, curiosamente el que nosotros sabemos el héroe del film.
Vern despliega sus armas para seducir a Altar, pues tiene la clave que la llevará al culpable. Altar se debate entre sentirse joven de nuevo o dejarse llevar por lo que la rodea, porque es demasiado tarde para ella, y quiere apartar al joven del mundo criminal y corrupto en el que acaba de introducirse. Es ahí donde pronuncia la frase con la que he querido titular la crítica: "Go away and come back ten years ago." Es tremenda, ¿verdad? Por su parte Frenchy empieza a sospechar, y el asesino tambien...
La película se estructura a través de una balada en off que habla de odio y asesinatos. Además, la Dietrich canta dos canciones.
El final no puede ser feliz, pero descubriremos que quizás en Vern no era todo pantomima...
En fin, un film que me ha dejado extrañamente fascinado, un western negro, de claroscuros. Un western de bajo presupuesto (por lo visto Howard Hughes cortó el grifo a mitad de producción), una muestra más de la genialidad de Lang.
Eso sí, la copia que ví, en una local, era espantosa.
Fritz Lang nos deleita con este western raro a mayor gloria de Marlene Dietrich, que borda un personaje memorable de mujer fuerte que ha vivido demasiado. La investigación del crimen da lugar a que dos personajes cuenten episodios de la vida de Altar Keane, que se nos muestran en flashback (talmente como en Ciudadano Kane de Welles): el narrado por un hombre hace hincapié en aspectos bastante frívolos, el narrado por una compañera de profesión nos muestra la dignidad de Altar y el encuentro con el forajido de buen corazón que será el hombre de su vida (si hacemos caso al guión, el hombre que la convertirá en la mujer de su vida).
El protagonista, Vern Haskell (Arthur Kennedy) se encuentra con el mencionado bandido, Frenchy (Mel Ferrer) en una celda; la escena es divertidísima: es día de elecciones y al lado están detenidos tres políticos corruptos que saben que cuando se recuenten los votos los van a linchar, por lo que intentan de todas las maneras posibles (fundamentalmente el soborno) escapar; Lang nos deja claro que un político es muucho más despreciable que un ladrón de bancos.
La "familia" criminal de "mamma" Keane está compuesta por tipos bastante simpáticos para el espectador excepto el culpable del crimen (que desde el principio del film se nos muestra como un traidor y un cobarde) y, curiosamente el que nosotros sabemos el héroe del film.
Vern despliega sus armas para seducir a Altar, pues tiene la clave que la llevará al culpable. Altar se debate entre sentirse joven de nuevo o dejarse llevar por lo que la rodea, porque es demasiado tarde para ella, y quiere apartar al joven del mundo criminal y corrupto en el que acaba de introducirse. Es ahí donde pronuncia la frase con la que he querido titular la crítica: "Go away and come back ten years ago." Es tremenda, ¿verdad? Por su parte Frenchy empieza a sospechar, y el asesino tambien...
La película se estructura a través de una balada en off que habla de odio y asesinatos. Además, la Dietrich canta dos canciones.
El final no puede ser feliz, pero descubriremos que quizás en Vern no era todo pantomima...
En fin, un film que me ha dejado extrañamente fascinado, un western negro, de claroscuros. Un western de bajo presupuesto (por lo visto Howard Hughes cortó el grifo a mitad de producción), una muestra más de la genialidad de Lang.
Eso sí, la copia que ví, en una local, era espantosa.