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Voto de Leticia González:
7
Drama. Thriller Región irlandesa de las Midlands, 1862. Una niña deja de comer pero permanece milagrosamente viva y en buen estado. La enfermera inglesa Lib Wright es llevada a un pequeño pueblo para observar a Anna O'Donnell, de once años. Abundantes turistas y peregrinos se reúnen para contemplar a la niña que, según se dice, ha sobrevivido sin comer durante meses. ¿Acaso alberga el pueblo a una santa que "sobrevive con el maná del cielo" o existen ... [+]
7 de marzo de 2023
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las virtudes, al igual que los defectos, carecen de género, no así los roles. Existen roles masculinos y sobre todo roles femeninos. Constructos culturales [y pasajeros] a los cuales se les atribuye un puñado de cualidades asociadas.

De esto sabían un poco los ideólogos de la Sección Femenina española.

La delicadeza, la paciencia, la sumisión, son características que hacen a las mujeres más mujeres. Se espera de nosotras más prudencia y recato, y decoro y dulzura que de nuestros compañeros; más miedo, más duda, más calma, más escrúpulo y docilidad. Se espera de nosotras menos fuerza, menos ímpetu, menos ambición, menos competitividad, menos sentido del humor, menos fe en nosotras mismas y más fe en Dios…

Y cuando alguna se salta las reglas no escritas, vigentes todavía en pleno 2022, despierta la sospecha; cosecha los ODIOS más diversos. Y es arrojada a la hoguera que ahora se alimenta con distinto combustible, pero arde con la misma virulencia de siempre.

Las mujeres blancas de finales del XIX sabían de sobra lo que se esperaba de ellas (de las no blancas hablamos otro día). Lo sabían incluso mejor de lo que lo sabemos hoy, con toda la información y la noción de desigualdad que antes padecían y cuya teoría sin embargo ignoraban, pues de ello nada se había escrito aún.

Cuando al machismo estructural le sumas pobreza y fanatismo religioso, el resultado puede ser catastrófico. Y en ese contexto pongamos más o menos rural, analfabeto y devoto, se produjo un fenómeno social al que hoy denominamos anorexia nerviosa; la fábrica de los milagros y de las santas…

El prodigio no lo es solo por su título, lo es por el magistral uso de la luz; por la exquisita elección de las localizaciones y su encuadre; por la música, que se te clava, que te atraviesa, que se convierte en tu propio pulso; y por el hambre, sobre todo por el hambre.

De hambre, que no de hombría, sabemos algo las mujeres…

Bellísima. Vedla.
Leticia González
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