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Voto de Francisco Javier Millan:
6
Drama En 1879, un arqueólogo amateur, Marcelino Sanz de Sautuola (Antonio Banderas), y su hija de ocho años, María, descubrieron en Cantabria una de las obras prehistóricas más importantes de la Historia: las pinturas de Altamira. Lejos de proporcionarle honor y gloria, su deslumbrante contribución a la historia le enfrentó con la Iglesia católica y con la indiferencia y el escarnio de la comunidad científica de la época, a pesar de sus ... [+]
6 de abril de 2016
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sensación agridulce la que provoca esta cinta, basada en el descubrimiento de la llamada Capilla Sixtina del Paleolítico. Tamaño hallazgo sin duda tendría que haber tenido una mejor película, quedándose tan solo en una especie de publirreportaje de esos que invitan a los turistas a acudir a otras regiones de España.
Hugh Hudson, que parece regresar de su merecido retiro, es casi lo de menos, en un producto controlado y empaquetado con la familia Botín y otras instituciones de la comunidad cántabra. No encontraremos en ella nada de la fastuosidad épica de sus películas más recordadas, pero sí una sensación de querer agradar a la mayor parte del público. El guión, muy esquemático, plantea los consabidos enfrentamientos entre la Iglesia y la Ciencia, pero sin incidir excesivamente en esta brecha histórica que ha hecho avanzar y retroceder al ser humano por partes iguales.
Por otro lado sorprende, y mucho, el pastiche de la propuesta actoral, rescatando a un Antonio Banderas en horas bajísimas, y a una serie de actores españoles y extranjeros de variadísimas nacionalidades. Su poca interacción deriva en la caricatura, aspecto que se acentúa en el penoso doblaje de los personajes franceses. Entre ellos podemos ver a un irreconocible Rupert Everett, y a una cansina Golshifteh Farahani, interpretando un papel en constante estreñimiento facial. Periódicos españoles escritos en inglés y algún que otro anacronismo, hacen de este título una rareza en ocasiones defendible, pero en otras difícil de clasificar.
La historia atraviesa, solo de puntillas, el puente que se puede echar entre la sociedad española de finales del XIX y la actual. Y es que de nuevo, una y otra vez en nuestro país, se humilla y ridiculiza a todos aquellos que se consideran soñadores y emprendedores, haciendo desaparecer vocaciones y talentos con inusitada rapidez.
Aún así, con todos sus defectos, es una película de visionado agradable, ideal para hacernos pasear por las localizaciones de Comillas y Santillana del Mar en estos primeros días de primavera. Creo que en ella hay un buen film, pero desarrollado por gente que no sabe del buen arte de hacer cine. Es decir, un producto cocinado entre un comité de dirección bancario y los políticos de turno.
Francisco Javier Millan
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