Es muy probable que muchos sientan con esta película cierto aire nostálgico hacía un tipo de cine y un ritmo narrativo que evoca a décadas pasadas. Una historia con toque “noir” ambientada en lugares de cierto exotismo y con personajes y tramas ambiguas.
Puro relato de Patricia Highsmith mirado desde el prisma de una producción muy similar a las del recordado Anthony Minguella, pero sin esa sensación de trascendencia que imprimía el director de “El talento de Mr. Ripley” o “El paciente inglés”.
Es una película ligera, de trazo fácil, con buenas interpretaciones pero sin excesiva importancia en el panorama previo al verano. No en vano se ha colado en un fin de semana ausente de grandes títulos taquilleros. Una de esas semanas en la que las distribuidoras aprovechan a estrenar títulos menores y sin excesivo riesgo económico. Algo así como una pequeña y agradable parada en el camino, antes de la acometida de los grandes blockbusters.
Resulta reconfortante encontrarnos con un trío de actores perfectamente cuadrados, siendo los personajes masculinos los mejor definidos y a la vez mejor llevados a cabo. Nos reencontramos con Viggo Mortensen, cuya carrera cinematográfica estaba un tanto ausente en nuestras pantallas, junto a la estrella emergente de Oscar Isaac, que muy pronto veremos en la nueva trilogía de Star Wars de J.J. Abrams.
Los juegos y las idas y venidas de ambos, son lo mejor de la trama, junto a ese aire costumbrista, que nos muestra la vida plácida de las islas griegas y los zocos de la fotogénica Estambul. Ciudades y lugares que evocan a tramas de espionaje, a thrillers oscuros y a refugio de personas de dudosa moralidad.
Lástima que al conjunto le haga falta algo más de chispa, ya que una cosa es tener un ritmo pausado, y otra languidecer en algunos de sus tramos. Aún así, un título decente que será uno más a sumar a los estrenos de esta temporada.