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Voto de Francisco Javier Millan:
5
Comedia. Ciencia ficción Cinco amigos de la infancia se reúnen después de 20 años porque uno de ellos está empeñado en volver a probar suerte en un maratón alcohólico que nunca pudieron llegar a completar. Gary King, un cuarentón que todavía no ha conseguido superar la adolescencia, convence a sus cuatro reacios amigos y los arrastra a su pueblo natal en un desesperado intento por llegar al famoso pub “The World’s End”. Pero mientras intentan reconciliar el ... [+]
2 de diciembre de 2013
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya, una de bares ¡!!. Llega al fin la última entrega de la trilogía del Cornetto, una de las sagas más impagables de los últimos años.
Confieso que había mucha expectación en Sitges cuando la vi, en una sala abarrotada por fans de Simon Pegg y Nick Frost, que reían una y otra vez sus gags.
Pero según mi opinión, hay algo en esta historia, algo muy referencial de la idiosincrasia inglesa, que me hace disfrutarla a medias. Aunque es probable que en nuestro país se convierta en una obra de referencia para ese grupo de personas conocidos como “los cierra bares”.
La simple traducción, sea en doblaje o por subtítulos, hace que esta comedia pierda ya fuelle. La velocidad de los diálogos de Simon Pegg es tan abrumadora, que terminas desconectando en más de una ocasión.
Y tampoco logro simpatizar con el resto de los personajes, y eso que son interpretados por actores realmente destacables.
Luego está la intromisión del elemento fantástico, que como sorpresa pues no está mal, pero termina cansando una vez visto el chiste (a “Zombies Party” le pasaba algo parecido).
Y al contar con un mayor presupuesto, Ed Wright termina exagerando demasiado la trama, y la plaga de efectos especiales estridentes en su tramo final. Algo que termina por otro lado desentonando con el conjunto.
Esta película es como aquellas historias que te contaban tus amigos, de cosas increíbles que pasaban por las noches en estos garitos, y que luego cuando lo comprobabas, resultaban ser abrumadoras idas de olla provocadas por el alcohol, y que en ningún momento resultaban divertidas más allá de esos entornos.
Lo malo es que algunos de ellos siguen allí, incapaces de encontrar una alternativa de ocio los fines de semana.
Francisco Javier Millan
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