Curiosa película, sintetizada en apenas 75 minutos, que promete más de lo que da, y creo que uno de sus problemas es que es demasiado corta, porque la cosa daba para más, porque la trama tenía mimbres. Empieza siendo un noir de los gordos, con acerados diálogos y tensión, pero es que más adelante tiene momentos en los que casi parece que se van a poner a cantar, cogiendo un tono como de comedia musical. Uno de los problemas más graves es el absurdo personaje de la sobrina interpretado por Terry Moore, que arruina cada escena destrozando cualquier tipo de tensión e intensidad. Y lo peor es que no había ninguna necesidad de meter este personaje. Otra cosa que veo regular es, precisamente, Edmond O'Brien, que era un buen actor, que siempre lo hace bien y que queda bien en esos papeles de pícaro que se gana tu simpatía. Pero aquí no me pega, uno esperaría un actor mucho más magnético, pero bueno, salva los muebles más que bien. Lo mejor para mí son Lizabeth Scott y el malo Alexander Knox. El final también me parece un poco facilón, quizá porque la película vive entre esa dicotomia entre plantear situaciones muy chungas y crimenes graves y ese tratamiento ligero. No obstante, es una película que se deja ver sin problemas y un entretenimiento digno.