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Voto de Cinemagavia:
9
Western Un grupo de colonos buscadores de oro se establece en un lugar de California, pero sufren el acoso de los hombres de Lahood, el propietario del resto de las explotaciones mineras. Pero un día al poblado llega un misterioso y frío predicador (Clint Eastwood) que se pone de parte de los colonos, y comienza a enfrentarse al temido cacique local. (FILMAFFINITY)
13 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
*David contra Goliat

Uno de los líderes de la comunidad de colonos es Hull Barret (Michael Moriarty), enamorado de la viuda Sarah Wheeler (Carrie Snodgress). El asentamiento de colonos acaba de sufrir una violenta incursión por parte de los hombres del malvado Coy LaHood (Richard Dysart), el poderoso dueño de casi todas las zonas auríferas de la región. Solo se le resisten el grupo de colonos, que se niegan a vender sus tierras a LaHood.

Y entonces se obra, digamos, una especie de milagro. Mientras Hull se acerca al pueblo cercano a por provisiones, es atacado por esbirros de LaHood, pero llega alguien al rescate. El jinete pálido (Clint Eastwood). Se trata de un misterioso predicador que apaliza a la pandilla de maleantes y salva a Hull. La presentación de El Predicador (Clint Eastwood) es asimismo una perfecta definición del personaje. Aparece súbitamente, de manera misteriosa, conjurado de la nada. Su identidad es incierta y su origen un auténtico misterio. De hecho no se nos revela su nombre, algo seguramente heredado por Eastwood de la Trilogía del Dólar de Sergio Leone. Sencillamente le llaman Predicador.

*El defensor fantasmal

Es significativo que cuando el Predicador llega al asentamiento de los colonos, Megan (Sidney Penny), la hija de Sarah, esté leyendo un pasaje del Apocalipsis donde se habla de un jinete pálido como un símbolo de la muerte. De ahí el sentido del título. Uno de los indudables atractivos de El jinete pálido es la misteriosa naturaleza del personaje interpretado por Clint Eastwood. Siempre hace acto de presencia de forma inesperada, silencioso, como al acecho. Su aspecto es adusto y sobrio hasta parecer inquietante; su apariencia, en determinados momentos, casi fantasmal.

El papel de Predicador se ajusta de forma perfecta a las capacidades actorales de Clint Eastwood. La presencia y el rostro férreos e imperturbables del actor californiano son ideales para el empaque rotundo y misterioso del personaje. Acaso El jinete pálido sea uno de los papeles más apropiados de la carrera de Eastwood. El Predicador, por otra parte, se nos presenta como alguien ambiguo incluso a niveles metafísicos. Tras ver algunas heridas antiguas de bala en la espalda no sabemos si se trata de una persona corriente, o de una especie de ser de ultratumba o un espíritu vengador encarnado.

El cometido de el Predicador no solo será proporcionar defensa a base de golpes o disparos, también actuará sobre la mentalidad del grupo tratando de insuflar coraje y unión frente a la amenaza de LaHood. Por añadidura es, por lo tanto, un guía espiritual. Además, obrará otros efectos sobre algunos colonos. Megan se enamorará de él de una forma pueril (tiene quince años), dando lugar a una subtrama más íntima de desengaño, como guarnición de la historia principal. Por si faltaba poco Sarah, su madre, también comienza a sentir un vínculo extraño con él. El Predicador, pese a su frialdad, es un catalizador de emociones.

*El Oeste según Clint Eastwood

El Oeste de Clint Eastwood pasa por ser violento y oscuro. En su imaginario se ve desde el principio de su carrera el gusto por lo áspero y lo tétrico. Infierno de cobardes (1973) ya anticipa algunos elementos de El jinete pálido, pero de una forma menos pulida y más demencial; casi bordeando el terror psicológico en algunos momentos. El fuera de la ley (1976), mantiene las esencias violentas y salvajes combinándolas con una trama de venganza. Sin perdón (1992) es la perfección del western otoñal y una de sus películas más célebres. Posee además uno de los finales más arrolladores del género.

En lo que a El jinete pálido se refiere, Clint Eastwood vuelve a recurrir a la ambientación tétrica. Para ello escoge localizaciones desoladas, donde se palpa la sensación de soledad, y los enmarca dentro de un ambiente nuboso, gris, algo inquietante. La atmósfera se vuelve aún más densa debido al ejemplar uso del silencio, dejándose solo escuchar la banda sonora cuando es imprescindible. El mero rumor del viento crea un verosímil cuadro de desamparo. Lógicamente este marco viene de perlas para que El Predicador, y alguno de sus antagonistas, se mueva por él.

*Amalgama de influencias

A la hora de elaborar El jinete pálido, Clint Eastwood bebió de diversas fuentes. Sin duda alguna una de estas fuentes era el western clásico puro y duro. No por nada el argumento esta directamente inspirado por Raíces profundas. En este clásico un pistolero llamado Shane (Alan Ladd) llega justo a tiempo para defender a unos campesinos de los desmanes de un gran ganadero. Es un personaje más luminoso que el Predicador, y que desea dejar atrás su pasado de violencia como pistolero. Es visto, además, a través de los ojos de un niño de una forma heroica. Esa mezcla de necesidad de redención y de heroísmo no se ven en El jinete pálido. El Predicador es un personaje más oscuro, convirtiendo su propio enigma en parte sustancial de la película.

Además del clasicismo puro, se ven otras fuentes de inspiración en El jinete pálido. Por ejemplo, la desmitificación propia de Sergio Leone y Don Siegel. Se nota en su aspereza, oscuridad, y en la resolución de ciertas situaciones (como los duelos). Esta influencia no es extraña si tenemos en cuenta que Eastwood tuvo una fructífera relación como actor con ambos directores. Las actuaciones se adaptan a este patrón, cabiendo añadir a las ya dichas la del malogrado Chris Penn como el pérfido hijo de LaHood y la de John Russell como el ominoso pistolero Stockburn.

Conclusión

Con El jinete pálido Clint Eastwood condensó su concepción del western con una destreza y una maestría notables. Se trata de un Oeste desolado y casi fantasmal donde la epicidad de la lucha del débil contra el fuerte se convierte en una fuente de misterio. Reivindicable; lástima que la gran Sin Perdón haya opacado un poco la fama de uno de los grandes momentos de Clint Eastwood.

Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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