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España España · Shangri-La
Voto de Echanove:
6
Comedia Un periodista incrédulo y realista es testigo de como un caballero retratado en una foto de los años veinte sale de ésta y toma vida para discutirle que no se ha progresado tanto como él cree, y que en su época se vivía mejor. (FILMAFFINITY)
15 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de caer por la pendiente de la comedia cutre y zafia, tan grosera y casposa como algunas veces (para qué negarlo) desternillante, Mariano Ozores tuvo en los inicios de su larguísima filmografía la intención de realizar un cine algo más ambicioso de la que, a falta de ver aún la mayoría de sus pelis de entonces, quizá sea el mejor ejemplo la conmovedora y más que interesante "La Hora Incógnita" (1964), un drama en el que un grupo de gente variopinta queda atrapado en una ciudad semivacía cuya población ha sido evacuada antes de recibir un ataque nuclear.

Y aunque "Hoy como Ayer", realizada solo dos años después, no alcance el nivel artístico de aquella ni seguramente fue nunca su intención, también es una muestra de que detrás de Don Mariano siempre hubo algo más que el director de las comedias de tetas y culos de Pajares y Esteso en que fue quedando encasillado.

Para empezar, aunque se trate de una comedia, también es una película de cierta experimentación vanguardista, cuya principal premisa argumental es que un señor de una vieja fotografía de los tiempos de la Belle Epoque (Antonio Ozores), cuya imagen está siendo proyectada en forma de diapositiva por un investigador del pasado (José Luis Ozores), cobra vida y se sale de la pantalla del mismo modo que Jeff Daniels en "La Rosa Púrpura del Cairo" (Woody Allen, 1985).

La diferencia es que así como allí Mia Farrow se quedaba patidifusa, aquí José Luis Ozores ni se inmuta y lo que hace es pasarse toda una noche de palique con el señor del pasado encarnado por su hermano José Luis, dando pie a reflexiones acerca de si el pasado fue o no mejor que aquel presente y la evolución de la sociedad española en cuestiones como los transportes, la situación de la mujer, la vida familiar, el ocio, el servicio doméstico, la música...

Y todo ello mezclando el color y en blanco y negro, según la época, viñetas de Mingote, imágenes de archivo de corridas de El Cordobés en contraste con el toreo de principios del siglo XX (y en las que los toros embisten a los caballos sin peto), o del gol de Marcelino a Rusia, tras exhibir antes otras de 'los héroes de la Olimpiada de Amberes...e incluso apuntes documentales, como una especie de encuesta callejera, que parece real y no falsa, a los 'guiris' que entran o salen con su coche por la frontera en verano, preguntándoles porqué vienen y qué tal lo han pasado. Por no hablar de una especie de reportaje acerca de la familia Fragoso del Toro, que debió lograr por entonces un premio extraordinario de natalidad, al estar compuesta por 16 vástagos...

Y todo bastante bien integrado y ensamblado técnicamente en una narración de la que el grueso son los diferentes 'sketches' o 'set pieces' que, con distintos y muy conocidos intérpretes en cada uno de ellos, integran una comedia bastante simpática y entretenida, y en la que no faltan elementos de sátira social o de costumbres, por discutible y poco atinada que en algún momento esta sea. Y aunque, como alguien aquí ha señalado, la propaganda del régimen que acababa de celebrar pomposamente en 1964 los llamados "25 años de paz", asome de vez en cuando.

Tal vez el más notable de estos segmentos, por su intención satírica, sea el protagonizado por Paco Rabal ejerciendo de amo de casa, si bien el de López Vázquez en la farmacia, o la escena de Tony Leblanc en el 'tablao flamenco', son también muy divertidos.

Tiene asimismo esta cinta, con el trío de los hermanos Ozores al completo, el valor añadido de ser la última que protagonizó 'el bueno de José Luis antes de fallecer por esclerosis múltiple en 1968. Y es que el entrañable "Peliche", que es el mote que tenía en el mundo artístico el padre de la gran Adriana, estaba por entonces ya siempre en silla de ruedas, lo que es más que evidente al aparecer sentado en todas las secuencias.

En suma, una reivindicable y atípica comedia de costumbres con ciertas pretensiones sociológicas y que, para disfrutarla bien, hay que saber ver en su contexto.
Echanove
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