Hay a veces en el cine en que la película aporta más al actor o que el actor aporta más a la película, pero en este drama biográfico ambas partes están formidables. Si algo tiene "The Imitation Game" es, sin duda, notoriedad en cada apartado que la hace posible. Esta obra, del director casi desconocido Mortem Tyldum ha hecho dignidad sobre la vida de este hombre que gracias a su inteligencia, trabajo y amor salvó la vida de millones de personas y que prácticamente nadie conoce su nombre. En la película podemos ver al personaje de Alan Turing como un obsesivo por hacer su trabajo lo mejor posible, y que al mismo tiempo esto se debe a un trasfondo psicológico desarrollado por su pasado. Pero la película no solo hace justicia sobre el sufrimiento de esta persona, sino que también de todos aquellos homosexuales que sufrieron la discriminación política y social en Gran Bretaña durante casi todo el siglo XX.
Si hablamos de interpretaciones, Benedict Cumberbatch está simplemente perfecto e inmejorable. Su papel es digno de cualquier premio a mejor interpretación principal masculina y seguramente huela a Oscar. Keira Knightley está correcta y creíble pero que no destaca en ninguna escena.
El guión es complejo y conmovedor, perfectamente bien estructurado y que quizá su mayor error es que se concentra demasiado en el personaje principal y los demás no están del todo desarrollados y me resultan un tanto fríos.
Posiblemente, lo que más me ha disgustado es el error que cometen muchas películas basadas en hechos reales que es poner el final de la historia con unos subtitulos en el que te explican todo en poco más de un minuto.
En resumen, un drama emocionante y un thriller maravilloso con una interpretación que quedará para la memoria del cine actual. La única manera de empezar bien el año en el cine es viendo "The Imitation Game".