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Voto de TIRANT:
10
6,6
57.504
Thriller. Drama
Desde que su mujer sufrió quemaduras en todo el cuerpo a raíz de un accidente de coche, el doctor Robert Ledgard, eminente cirujano plástico, ha dedicado años de estudio y experimentación a la elaboración de una nueva piel con la que hubiera podido salvarla; se trata de una piel sensible a las caricias, pero que funciona como una auténtica coraza contra toda clase de agresiones, tanto externas como internas. Para poner en práctica este ... [+]
2 de septiembre de 2011
15 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Confieso que no sé cómo empezar esta crítica. Lo que ha acontecido en el cine ha sido de tal calibre que aún no he logrado recuperarme. Me duele el alma, el cuerpo...un dolor real. Cuando acaba la película uno se siente emocionalmente como si le hubiesen dado una paliza. Es un combate cuerpo a cuerpo entre la mente y el corazón. Pero vayamos por partes (continuará mi exposición en spoilers aunque no los contenga):
1.- El difícil equilibrio de la locura.
Si troceamos la película en pequeñas porciones nos encontramos un producto bizarro que roza la locura y el surrealismo. Los primeros compases de la película son, por así decirlo, casi sinópticos. Está todo y no hay nada. Mera descripción de espacio, imagen y prototipo. Se ve pero no se "entiende" si por "entender" pensamos en aquello que podemos asimilar. Una chica haciendo yoga, un doctor dando conferencias, una especie de carcelera vestida de ama de casa...pero desde el minuto uno hay algo en el aire que nos obliga a querer saber más.
Y es en ese momento cuando Almodóvar se concede el momento más hardcore, surrealista, atropellado y desconcertante: la aparición del hombre tigre. Pasada esa frontera que oscila entre el absurdo y el puro guiñol la historia empieza a desbrozarse...y es ahí donde el espectador camina sin remisión hacia el abismo más profundo.
2.- La venganza como reclamo.
Se ha dicho de La piel que habito que versa sobre la venganza. Falso. Trata sobre las consecuencias de la misma. La película no es el camino hacia este oneroso hecho sinó la visualización de su resultado. Una venganza mastodóntica, cruel, imprevisible, aterradora, impactante, psicótica y fría. Es tal la magnitud de la tragedia que el espectador se incomoda, se retuerce, sufre, se descompone en la butaca.
Y de nuevo un giro: ¿quién es el propietario del dolor? ¿quién persigue esa venganza? Nuevo golpe a la boca del estómago y el aire de la platea a punto de reventar.
3.- La resistencia humana como metáfora.
Esta es una película sobre los límites de la esperanza, del desamor, del dolor, del horror, de la inocencia. Inocencia desgarrada, rota, flagelada por hechos estruendosos de tan silenciosos. La película no muestra, no evidencia...pero eso la hace más cruda. Hay dolor, un dolor intransigente, un dolor horrendo, una angustia intangible que lo reinventa todo. Y el ser humano, en toda su extensión, tan resistente...tan superviviente.
4.- La venganza como ejercicio educativo.
La piel que habito es una metafórica visión del aislamiento moral en el que vivimos. Un collage de referencias en el cual alguien con poder educa a su/s súbditos. La venganza es prolija en lecciones vitales y curte el alma humana, la cose, la cierra, la vuelve a abrir y la despelleja. La venganza es un dolor tan enorme que atraviesa todo lo que toca.
1.- El difícil equilibrio de la locura.
Si troceamos la película en pequeñas porciones nos encontramos un producto bizarro que roza la locura y el surrealismo. Los primeros compases de la película son, por así decirlo, casi sinópticos. Está todo y no hay nada. Mera descripción de espacio, imagen y prototipo. Se ve pero no se "entiende" si por "entender" pensamos en aquello que podemos asimilar. Una chica haciendo yoga, un doctor dando conferencias, una especie de carcelera vestida de ama de casa...pero desde el minuto uno hay algo en el aire que nos obliga a querer saber más.
Y es en ese momento cuando Almodóvar se concede el momento más hardcore, surrealista, atropellado y desconcertante: la aparición del hombre tigre. Pasada esa frontera que oscila entre el absurdo y el puro guiñol la historia empieza a desbrozarse...y es ahí donde el espectador camina sin remisión hacia el abismo más profundo.
2.- La venganza como reclamo.
Se ha dicho de La piel que habito que versa sobre la venganza. Falso. Trata sobre las consecuencias de la misma. La película no es el camino hacia este oneroso hecho sinó la visualización de su resultado. Una venganza mastodóntica, cruel, imprevisible, aterradora, impactante, psicótica y fría. Es tal la magnitud de la tragedia que el espectador se incomoda, se retuerce, sufre, se descompone en la butaca.
Y de nuevo un giro: ¿quién es el propietario del dolor? ¿quién persigue esa venganza? Nuevo golpe a la boca del estómago y el aire de la platea a punto de reventar.
3.- La resistencia humana como metáfora.
Esta es una película sobre los límites de la esperanza, del desamor, del dolor, del horror, de la inocencia. Inocencia desgarrada, rota, flagelada por hechos estruendosos de tan silenciosos. La película no muestra, no evidencia...pero eso la hace más cruda. Hay dolor, un dolor intransigente, un dolor horrendo, una angustia intangible que lo reinventa todo. Y el ser humano, en toda su extensión, tan resistente...tan superviviente.
4.- La venganza como ejercicio educativo.
La piel que habito es una metafórica visión del aislamiento moral en el que vivimos. Un collage de referencias en el cual alguien con poder educa a su/s súbditos. La venganza es prolija en lecciones vitales y curte el alma humana, la cose, la cierra, la vuelve a abrir y la despelleja. La venganza es un dolor tan enorme que atraviesa todo lo que toca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
5.- La música del vitalismo.
Sin parecerlo es la película con más música. Música para llorar, música para anunciar, música para sufrir, música para soportar la pérdida. Y es ahi donde Alberto Iglesias se alza con la BSO más impresionante de su carrera.
6.- Los actores y sus ojos.
Sólo miren sus ojos...y observen. Banderas aterrador pero lo de Jan Cornet es un puro milagro de la vida humana.
7.- La identidad.
¿Somos lo qué queremos? ¿Somos lo qué debemos? ¿Somos lo que quieren? Jamás el cine trató este abstracto de una manera tan imprevisible y tan efectiva.
En resumen, La piel que habito es un ejercicio suicida, extremo, apasionado, desmesurado, kamikaze que ofrece una de las obras más preclaras, fuertes, tremendas y duras de los últimos diez años.
8.- El impacto.
Una vez vista la película el espectador/a queda abducido. ¿ De qué he sido víctima? ¿Es posible que haya sentido dolor de esta manera? Pero es un dolor interno, no hay lloros, sólo un nudo en la garganta, una opresión en el estómago o una liberación. El impacto que uno sufre al final es tan enorme que apenas te recuperas. Es una película que te deja marcado, dolido, dolorido.
En definitiva, un apoteósico relato de consecuencias impredecibles que arrastra al espectador para bien o para mal a una de las historias más oscuras, sangrientas, crueles y aterradoras de los últimos tiempos. Nadie volverá a ser el mismo tras la proyección. Para bien o para mal.
Lo mejor: Jan Cornet está sublime. Elena Anaya en un papel que clama por una nominación al Oscar. Marisa Paredes en el que quizás sea el personaje más estrambótico y complejo de su filmografía. La música. La estética y la luz. El guión. El desenlace. La reflexión que propone. Su aterrador sentido del tempo narrativo.
Lo peor: que el momento "niño tigre" cree reticencias. Que se acabe. Que las otras 17 películas de Almodóvar parezcan pecata minuta al lado de esta joya.
Sin parecerlo es la película con más música. Música para llorar, música para anunciar, música para sufrir, música para soportar la pérdida. Y es ahi donde Alberto Iglesias se alza con la BSO más impresionante de su carrera.
6.- Los actores y sus ojos.
Sólo miren sus ojos...y observen. Banderas aterrador pero lo de Jan Cornet es un puro milagro de la vida humana.
7.- La identidad.
¿Somos lo qué queremos? ¿Somos lo qué debemos? ¿Somos lo que quieren? Jamás el cine trató este abstracto de una manera tan imprevisible y tan efectiva.
En resumen, La piel que habito es un ejercicio suicida, extremo, apasionado, desmesurado, kamikaze que ofrece una de las obras más preclaras, fuertes, tremendas y duras de los últimos diez años.
8.- El impacto.
Una vez vista la película el espectador/a queda abducido. ¿ De qué he sido víctima? ¿Es posible que haya sentido dolor de esta manera? Pero es un dolor interno, no hay lloros, sólo un nudo en la garganta, una opresión en el estómago o una liberación. El impacto que uno sufre al final es tan enorme que apenas te recuperas. Es una película que te deja marcado, dolido, dolorido.
En definitiva, un apoteósico relato de consecuencias impredecibles que arrastra al espectador para bien o para mal a una de las historias más oscuras, sangrientas, crueles y aterradoras de los últimos tiempos. Nadie volverá a ser el mismo tras la proyección. Para bien o para mal.
Lo mejor: Jan Cornet está sublime. Elena Anaya en un papel que clama por una nominación al Oscar. Marisa Paredes en el que quizás sea el personaje más estrambótico y complejo de su filmografía. La música. La estética y la luz. El guión. El desenlace. La reflexión que propone. Su aterrador sentido del tempo narrativo.
Lo peor: que el momento "niño tigre" cree reticencias. Que se acabe. Que las otras 17 películas de Almodóvar parezcan pecata minuta al lado de esta joya.