Alejándose de lo que hubiera podido ser si Jean Claude Carrière (guionista) la hubiera articulado únicamente alrededor de la figura del pintor, o si Milos Forman (guionista y director) se hubiera conformado con el relato documental de los hechos (tras leer, hace ya 50 años, un libro sobre la Inquisición que le hizo concebir la idea inicial), estamos ante una combinación de talentos unidos en una historia que huye del convencionalismo sin descuidar el drama, el debate y la crítica político-social. “Los fantasmas de Goya” toma como referencia dos obras anteriores de Forman: "Amadeus" (1984), en cuanto ambientación y cine biográfico, y “Alguien voló sobre el nido del cuco” (1975), en la exposición crítica, situando su acción en la villa de Madrid del año 1792, donde la Iglesia (la que aún rezuma) se encontraba en la cúspide de su imposición de dogmas y persecución de herejes.

De ningún modo son las intrigas palaciegas o las grandes batallas lo que Forman pretende retratar, sino el aterrador y fanático sentir religioso y populista que en determinados momentos dominan la sociedad. Se podría decir que la película es el desarrollo de su grabado "El sueño de la razón produce monstruos". Ese es el espíritu que recoge esta subestimada película. Al parecer hay quien esperaba un biopic de exaltación al genio, de amoríos con "la Maja" y posicionamiento aventurero ante la invasión francesa. A los que alardean de ese Goya patriotero (por ser pintor de la corte, por su cuadro de los fusilamientos del 2 de Mayo, etc…) habría que recordarles que, al final de su vida, abatido por la decepción, Goya se exilió en Francia.