Como documento periodístico es excepcional, es la captura en directo de lo que es un hallazgo que está haciendo cambiar algunas políticas mundiales. Como película documental a mi, personalmente, me ha dejado frío. No veo por ningún lado la tensión y la narración que tanto alaban los críticos digna de los cineasta políticos de los setenta, como Costa-Gavras o Pontecorbo. No hay suspense.
El avasallamiento continuo de datos tampoco ayuda para que podamos profundizar más en la mente de Snowden. Para mi los momentos más intensos han sido precisamente los silencios de Snowden recluido en su habitación de Hotel, pero la directora en vez de detenerse en ello las utiliza de meras pausas para continuar con la sucesión de datos que, con el tiempo, interesaran más bien poco. Algo habitual en el mundo periodístico: la obsesión por la información y el rechazo a la emoción.