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Uzbekistan Uzbekistan · Samarqand
Voto de Dargor:
7
Comedia. Drama Don Rafael Costa, embajador de Miranda, y el matrimonio Thévenot están invitados a cenar en casa del matrimonio Sénechal, pero a causa de un malentendido tienen que ir a un restaurante. Cuando llegan, no pueden cenar porque el dueño del lugar ha muerto. A partir de ese momento, las reuniones de este selecto grupo de burgueses se verán siempre interrumpidas por las circunstancias más extrañas, algunas reales y otras fruto de su imaginación. (FILMAFFINITY) [+]
22 de octubre de 2012
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 'El discreto encanto de la burguesía', el Maestro Buñuel nos muestra una crítica con envoltura surrealista, como la que ocupa la conducta del reparto protagonista, (liderados por un magnífico Fernando Rey como Embajador de Miranda) despedazado con sutil ironía por una serie de situaciones en la que se ven sumidos y de las que siempre salen airosos con mucha clase.

En mi opinión la película va in crescendo. Hay una primera toma de contacto con los personajes en esa magnífica escena del restaurante, donde uno se queda atónito ante la impasibilidad de la élite. Pero a medida que uno comprende que no es una película al uso, en el que hay un principio y un final, se pasa a degustar cada escena, no sabe uno muy bien si con un Borgoña o un Burdeos.

No es una obra hilarante, ni pretende serlo. Remarca esas dos líneas de la sociedad en las que mientras unos sufren lo indecible por verdaderos motivos, los otros se apenan por que no pueden degustar el caviar de su cosecha o por cenar en un lugar barato y vacío. Para nada se podrán apenar ni meditarán sobre lo que les cuentan los primeros, ni por los acontecimientos que 'cortan' cada una de las escenas de las películas (véase la historia del teniente, el muerto en la posada o la magistral escena del arresto). Nada trasciende en la conciencia de los protagonistas, parte del encanto impasible de la burguesía.

La escena del teatro es la muestra de que no son más que una pantomima de la sociedad, tan vacíos como los personajes de una obra abucheada.
Dargor
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