No sé si los amigos de FA recuerdan algunas de las visitas de Mel Brooks a nuestro país. Yo sí. Para que se hagan una idea es un tipo bajito y poco agraciado con aspecto de paleto anglosajón que suele pensar que el sentido del humor está en el culo.

Sus seguidores se caracterizan por más de los mismo, se quedaron en la época de Cromagnon en cuanto a lo que es un gag, que podríamos asemejarlo a los Morancos perfectamente, con todo el patetismo que ello conlleva.

Pero el tío Brooks, a pesar de ser tonto, es rico, muy rico, y gracias a una sólo película –del resto tenemos deficitarias por puñados- “El jovencito Frankestein” un ¿humor? setentero que demuestra que la desaparición del código Hays no siempre benefició el ingenio humano.

Le doy un cinco por varios motivos. Primero porque soy buen tipo y no me es agradable suspender casi ninguna película, además la mayoría de la gente que le gusta esta película son hombres simples pero buena gente.

En segundo lugar por Gene Wilder, un buen actor sin duda, que en muchos momentos de la película da la impresión de estar realmente partiéndose la espalda de lo mala que es.

Por supuesto también por el número musical de Gene y el monstruo, que precisamente el tarugo de Brooks no quería incluir e intento impedirlo por todas las formas.

También por la magnífica fotografía en blanco y negro y esos decorados que aún siendo de bajo presupuesto los sacan un partido excelente.

Y como no, por esa preciosa música de violín. Pero por Dios, si te quieres reír, ponte a ver “El gran Lebowski”.