Si tuviera que definir esta serie con un calificativo diría que es una serie preciosa. Lo tiene todo, un guion buenísimo, una ambientación excelente, historias entretenidas, unos actores formidables y algo que las series actuales no suelen mostrar tratando determinados temas, realismo sin edulcorante.
Aquí ves a un señor dando órdenes a un sirviente casi como si fuera un perro y lo asumes, la vida era así a principios del siglo veinte, no es necesario echarse las manos a la cabeza.
Las resoluciones que se le dan a algunos temas tratados podían llevarse a cabo porque en los años setenta, cuando se rodó, no era necesario ser políticamente correcto, haciendo posible que se respetase lo que seguramente hubiera sucedido en aquella época. Hoy en día sería difícil, retorceríamos todo hasta darle un toque más actualizado a nuestra manera de pensar.
Esta serie es dura, y muchas veces hay crueldad e injusticia en su contenido, pero lógico, así era la vida, y así sigue siendo, llena de p*tadas separadas por alguna que otra sonrisa.
¿Por qué digo que es dura? Pues porque el clasismo y la pobreza que se ven son terribles, pero así era aquella época, y criticar que hubiera mucha diferencia de clases es como criticar que los neandertales no usasen desodorante. La sociedad evoluciona, no podemos juzgar lo que pasó hace un siglo desde el pensamiento actual, no sin darle otra perspectiva.
Algunos de los personajes son maravillosos, otros detestables, pero lo que sí es cierto es que todos tienen su parte buena y su parte oscura. En las series actuales, salvo contadas excepciones, los buenos siempre hacen bondades, y solo los malos cometen maldades. Aquí no, y no es que en esta serie los creadores escapen de lo políticamente correcto, es que por suerte, no tenían que preocuparse de ello.
Una serie extraordinaria que me ha encantado volver a ver entera, incluyendo los cinco capítulos no emitidos en España, una delicia.
Abstenerse de verla partidarios de la cultura woke, no les gustará, sobre todo porque no podrán censurarla.