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Drama. Intriga. Romance
En un barroco hotel, un extraño, X, intenta persuadir a una mujer casada, A, de que abandone a su marido, M, y se fugue con él. Se basa en una promesa que ella le hizo cuando se conocieron el año anterior, en Marienbad, pero la mujer parece no recordar aquel encuentro. (FILMAFFINITY)
17 de agosto de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es conocida la anécdota que cita Walter Benjamin en “Tesis de filosofía de la historia”, donde cuenta como en la tercer Revolución Francesa (1848), durante la primer jornada de batalla, en muchos lugares de París, independientemente y al mismo tiempo, se disparó contra los relojes de las torres. Los relojes son “monumentos de una conciencia histórica” sostuvo, por lo que los revolucionarios disparaban con el fin de destruir el orden cronológico, hasta el punto que crearon su propio calendario.
Con una vasta filmografía, Alain Resnais, también dispara contra el orden cronológico propio del montaje clásico, para crear una forma de contar historias, donde la memoria deviene en la mente del sujeto de manera arbitraria y cíclica.
Fotogramas elegantes, tomas de un ritmo lento, montaje inquieto y reiterativo, fragmentos de diálogos, convulsiones de imágenes como piezas de rompecabezas desparramadas. Y si de juegos de ingenio hablamos, no está de más pensar que si “El año pasado en Marienbad” (1961) de Alain Resnais, sigue intrigando en la actualidad, también se debe a la perspicaz combinación intelectual. Ya que este film, no solo tiene la mirada refinada del cineasta Resnais, sino que además posee la gran imaginación de Adolfo Bioy Casares, “La invención de Morel” (1940), libro sobre el cual se basó el film; y la pluma del padre de la “nouveau roman”, Alain Robbe-Grillet, quien fue guionista del film. Un mecanismo perfecto que pone en funcionamiento la mente del espectador y logra captar en su totalidad la estética posmoderna cinematográfica.
El film trata sobre un hombre que intenta convencer a una mujer de que se conocieron y se enamoraron el año anterior, pero ella no logra recordarlo. Mientras un tercer personaje (al parecer el marido de la dama) humilla al protagonista, ganándole repetidas veces al Nim, un juego antiguo de estrategias.
Pero en esta partida de creación artística, participan tres grandes intelectuales de muy diferentes corrientes, estilos y hasta épocas. Está claro que es el público quien sale ganando.
Bioy Casares (libro)
El dandi argentino por excelencia: buen mozo, aristocrático y letrado, Adolfo Bioy Casares vio la fama con su libro “La invención de Morel” (1940), sobre el cual Resnais ideó su film. La novela de casi 100 páginas, trata sobre un fugitivo que llega a una isla, en la cual habitan unos extraños turistas.
Con un estilo de porteño intelectual, su literatura catalogada de fantástica, posee una trama que el mismo J.L. Borges calificó de perfecta. No es para menos, ya que la historia encierra un misterio que nos hará reflexionar sobre la ciencia, la muerte, la necesidad del hombre de inmortalizarse. Si bien no es necesario haber leído el libro para poder disfrutar del film, es cierto, que la película puede parecer ciertamente hermética.
Robbe – Grillet (guión)
La nouveau roman es un movimiento literario francés, también conocido como objetivismo, que busca romper con la clásica novela y el realismo imperante del siglo XIX. Comenzó a fines de los 50, con autores como Robbe Grillet, Marguerite Duras, Claude Simon, entre otros. Esta corriente literaria evita las metáforas, posee una narración austera y descripciones precisas para evitar caer en prejuicios. Robbe-Grillet sostiene en su manifiesto “Por una nueva novela” (1963) que la novela tradicional crea una ilusión de orden, que no condice con la realidad de la experiencia moderna. Por su forma de estructurar las unidades de tiempo y espacio, la novela clásica, depende de un narrador omnisciente, mientras que la nueva novela, apela a los flujos de la conciencia. Como bien ejemplifica Gilles Deleuze, filósofo amigo de Grillet, en sus obras está abolida la noción de tiempo. Mecanismo que también se observa en el film.
Este movimiento estaba muy relacionado al cine, al punto de vista de la cámara por la forma en que exhibe los detalles dentro de un plano. Además de escritor y guionista, Grillet es cineasta, por lo que sus guiones no solo se reducen a diálogos, sino que son sumamente específicos en cuanto a las tomas, encuadres, los cambios de escena, el montaje, etc.
Con una vasta filmografía, Alain Resnais, también dispara contra el orden cronológico propio del montaje clásico, para crear una forma de contar historias, donde la memoria deviene en la mente del sujeto de manera arbitraria y cíclica.
Fotogramas elegantes, tomas de un ritmo lento, montaje inquieto y reiterativo, fragmentos de diálogos, convulsiones de imágenes como piezas de rompecabezas desparramadas. Y si de juegos de ingenio hablamos, no está de más pensar que si “El año pasado en Marienbad” (1961) de Alain Resnais, sigue intrigando en la actualidad, también se debe a la perspicaz combinación intelectual. Ya que este film, no solo tiene la mirada refinada del cineasta Resnais, sino que además posee la gran imaginación de Adolfo Bioy Casares, “La invención de Morel” (1940), libro sobre el cual se basó el film; y la pluma del padre de la “nouveau roman”, Alain Robbe-Grillet, quien fue guionista del film. Un mecanismo perfecto que pone en funcionamiento la mente del espectador y logra captar en su totalidad la estética posmoderna cinematográfica.
El film trata sobre un hombre que intenta convencer a una mujer de que se conocieron y se enamoraron el año anterior, pero ella no logra recordarlo. Mientras un tercer personaje (al parecer el marido de la dama) humilla al protagonista, ganándole repetidas veces al Nim, un juego antiguo de estrategias.
Pero en esta partida de creación artística, participan tres grandes intelectuales de muy diferentes corrientes, estilos y hasta épocas. Está claro que es el público quien sale ganando.
Bioy Casares (libro)
El dandi argentino por excelencia: buen mozo, aristocrático y letrado, Adolfo Bioy Casares vio la fama con su libro “La invención de Morel” (1940), sobre el cual Resnais ideó su film. La novela de casi 100 páginas, trata sobre un fugitivo que llega a una isla, en la cual habitan unos extraños turistas.
Con un estilo de porteño intelectual, su literatura catalogada de fantástica, posee una trama que el mismo J.L. Borges calificó de perfecta. No es para menos, ya que la historia encierra un misterio que nos hará reflexionar sobre la ciencia, la muerte, la necesidad del hombre de inmortalizarse. Si bien no es necesario haber leído el libro para poder disfrutar del film, es cierto, que la película puede parecer ciertamente hermética.
Robbe – Grillet (guión)
La nouveau roman es un movimiento literario francés, también conocido como objetivismo, que busca romper con la clásica novela y el realismo imperante del siglo XIX. Comenzó a fines de los 50, con autores como Robbe Grillet, Marguerite Duras, Claude Simon, entre otros. Esta corriente literaria evita las metáforas, posee una narración austera y descripciones precisas para evitar caer en prejuicios. Robbe-Grillet sostiene en su manifiesto “Por una nueva novela” (1963) que la novela tradicional crea una ilusión de orden, que no condice con la realidad de la experiencia moderna. Por su forma de estructurar las unidades de tiempo y espacio, la novela clásica, depende de un narrador omnisciente, mientras que la nueva novela, apela a los flujos de la conciencia. Como bien ejemplifica Gilles Deleuze, filósofo amigo de Grillet, en sus obras está abolida la noción de tiempo. Mecanismo que también se observa en el film.
Este movimiento estaba muy relacionado al cine, al punto de vista de la cámara por la forma en que exhibe los detalles dentro de un plano. Además de escritor y guionista, Grillet es cineasta, por lo que sus guiones no solo se reducen a diálogos, sino que son sumamente específicos en cuanto a las tomas, encuadres, los cambios de escena, el montaje, etc.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Resnais (director)
Luego de su opera prima “Hiroshima mon amour” (1959), en la que dos amantes mantienen conversaciones acerca del amor y la memoria, sobre los vestigios de destrucción que dejó la bomba en Hiroshima. En “El año pasado en Marienbad” (1961) el director francés, Alain Resnais, retoma su tema leitmotiv: la memoria como algo irrecuperable en su totalidad, efímero y en constante transformación. El pasado que se desvanece, y su huella, que modifica nuestras experiencias actuales.
En esta ocasión, nuevamente el tiempo y el espacio son constantemente alterados, el montaje no sigue una secuencia lógica narrativa, sino que se escurre entre escenas disímiles como una danza libre. Los actores también se mueven como en una sutil coreografía.
Todo finamente pensado; desde el vestuario diseñado por Chanel, hasta los lujosos escenarios de algunos palacios alemanes. El más representativo es el fotograma surrealista del jardín de Nymphembourg, donde los actores poseen sombra pero los árboles no (imagen de tapa). No es en vano la elección del director de rodar en dichos palacios antiguos. Como en la mayoría de las revoluciones, momentos de cambio, siempre se retorna a la seguridad de elementos clásicos y estéticas conocidas, con el fin lograr cierta estabilidad en momentos de crisis. Hay que recalcar que la decisión de las locaciones fue puramente del director, ya que en el libro se habla de construcciones modernas.
Si bien Resnais es parte de la Nouvelle Vague francesa; este film específico, posee una estética sumamente posmoderna, al mejor estilo del italiano Antonioni, por su historia hermética, ambigua, por escenas surrealistas y la ausencia de sentido narrativo. Pero Resnais, junto con Grillet, le agregan este juego del montaje, que hace perder la lógica temporal, situando a los personajes como en un limbo.
Deleuze en su libro “La imagen- tiempo” opina: “Qué ridículo parece el flashback al lado de tan poderosas exploraciones del tiempo, como en -El año pasado en Marienbad- la marcha silenciosa sobre las espesas alfombras del hotel poniendo cada vez la imagen en el pasado”. El filme muestra imágenes y diálogos repetidos, y al final no sabemos si, fueron algunos o todo el film, un enorme flashback. Cayendo en una suerte de fluir de la consciencia, de ser atemporal; que, al igual que en el libro, lo hace reiterativo, circular, infinito.
“El año pasado en Marienbad” pertenece a la tetralogía de la guerra y la memoria, junto con “Hiroshima, mon amour”, “Muriel” y “La guerra ha terminado”. Idea obtenida de su realidad política, ya que fue un fiel militante en contra de la ocupación argelina. Y a causa de ello, este film no fue aceptado en Cannes de ese año, por haber firmado el Manifiesto de Jean Paul Sartre contra dicha guerra.
Tres ramas por la cual pasó la misma historia, como una suerte de mecanismo destinado a su refinamiento. Tanto el libro como el film, consciente o no, representan modelos de nuevas corrientes de vanguardia donde el tiempo es el centro. Logran así reflexionar sobre la forma y momento en que se manifiesta la memoria, sobre si existe o no verdadero control de nuestro pasado, y sobre el fin que busca el recuerdo. En palabras de Benjamin: “Articular históricamente el pasado no significa conocerlo como verdaderamente ha sido. Significa adueñarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro".
www.losojosdelolita.com
Luego de su opera prima “Hiroshima mon amour” (1959), en la que dos amantes mantienen conversaciones acerca del amor y la memoria, sobre los vestigios de destrucción que dejó la bomba en Hiroshima. En “El año pasado en Marienbad” (1961) el director francés, Alain Resnais, retoma su tema leitmotiv: la memoria como algo irrecuperable en su totalidad, efímero y en constante transformación. El pasado que se desvanece, y su huella, que modifica nuestras experiencias actuales.
En esta ocasión, nuevamente el tiempo y el espacio son constantemente alterados, el montaje no sigue una secuencia lógica narrativa, sino que se escurre entre escenas disímiles como una danza libre. Los actores también se mueven como en una sutil coreografía.
Todo finamente pensado; desde el vestuario diseñado por Chanel, hasta los lujosos escenarios de algunos palacios alemanes. El más representativo es el fotograma surrealista del jardín de Nymphembourg, donde los actores poseen sombra pero los árboles no (imagen de tapa). No es en vano la elección del director de rodar en dichos palacios antiguos. Como en la mayoría de las revoluciones, momentos de cambio, siempre se retorna a la seguridad de elementos clásicos y estéticas conocidas, con el fin lograr cierta estabilidad en momentos de crisis. Hay que recalcar que la decisión de las locaciones fue puramente del director, ya que en el libro se habla de construcciones modernas.
Si bien Resnais es parte de la Nouvelle Vague francesa; este film específico, posee una estética sumamente posmoderna, al mejor estilo del italiano Antonioni, por su historia hermética, ambigua, por escenas surrealistas y la ausencia de sentido narrativo. Pero Resnais, junto con Grillet, le agregan este juego del montaje, que hace perder la lógica temporal, situando a los personajes como en un limbo.
Deleuze en su libro “La imagen- tiempo” opina: “Qué ridículo parece el flashback al lado de tan poderosas exploraciones del tiempo, como en -El año pasado en Marienbad- la marcha silenciosa sobre las espesas alfombras del hotel poniendo cada vez la imagen en el pasado”. El filme muestra imágenes y diálogos repetidos, y al final no sabemos si, fueron algunos o todo el film, un enorme flashback. Cayendo en una suerte de fluir de la consciencia, de ser atemporal; que, al igual que en el libro, lo hace reiterativo, circular, infinito.
“El año pasado en Marienbad” pertenece a la tetralogía de la guerra y la memoria, junto con “Hiroshima, mon amour”, “Muriel” y “La guerra ha terminado”. Idea obtenida de su realidad política, ya que fue un fiel militante en contra de la ocupación argelina. Y a causa de ello, este film no fue aceptado en Cannes de ese año, por haber firmado el Manifiesto de Jean Paul Sartre contra dicha guerra.
Tres ramas por la cual pasó la misma historia, como una suerte de mecanismo destinado a su refinamiento. Tanto el libro como el film, consciente o no, representan modelos de nuevas corrientes de vanguardia donde el tiempo es el centro. Logran así reflexionar sobre la forma y momento en que se manifiesta la memoria, sobre si existe o no verdadero control de nuestro pasado, y sobre el fin que busca el recuerdo. En palabras de Benjamin: “Articular históricamente el pasado no significa conocerlo como verdaderamente ha sido. Significa adueñarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro".
www.losojosdelolita.com