El humor no es inocente. El humor con su excusa de que todo es broma puede hacer mucho daño. El humor es manipulador y detrás de un jiji jaja el mensaje puede ser demoledor.

"R3sacón" deja claras sus intenciones desde el principio. Este es nivel de humor en apenas cinco minutos: Zach Galifianakis compra una jirafa. Transporta al animal en un remolque enganchado a su deportivo, a toda velocidad por la autopista. Mala idea. La jirafa, dada su altura, termina decapitada, al pasar el deportivo bajo un puente. La cabeza vuela como un balón de rugby, se incrusta en el parabrisas de otro coche y provoca una colisión en cadena. Ya en su casa el padre de Galifianakis, en un ataque de nervios, reprende a su hijo por lo ocurrido. El padre sufre un colapso y muere sobre la alfombra, pero Galifianakis no se entera porque lleva puestos unos auriculares a todo volumen. En el funeral Galifianakis muy afectado, pronuncia unas palabras: "yo quería mucho a mi padre, hubiera preferido que se muriera mi madre". Como remate a este festival del humor Galifianakis se hace un selfi, con sonrisa de postureo, junto a una foto de su padre difunto.

No aguanté ni uno más. Lo importante no es la forma zafia sino el fondo. El fondo nos dice, muy en serio, que Galifianakis mola. Es el puto amo. Su inmadurez y falta de empatía es a lo que debemos aspirar todos. Vivir en una fiesta perpetua. Comprar una jirafa por capricho. Tratar a los animales, las personas, la amistad o el sexo como mercancías. Convertir la vida en objeto. Hacernos selfis en los funerales.

Galifianakis representa todos los vicios de la actual sociedad del bienestar. Caprichoso y narcisista hasta el punto de entender la vida como una orgía. Lo peor no es la infantilización del mundo y ser un gran bebé con barba. Lo peor es la apología de un egoísmo violento que la juventud entiende como una actitud deseable. El humor de una sociedad es fiel reflejo de sus valores.