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España España · Madrid
Voto de Sagitus:
9
Drama Estados Unidos, años 50. Jack (Hunter McCracken) es un niño que vive con sus hermanos y sus padres. Mientras que su madre (Jessica Chastain) encarna el amor y la ternura, su padre (Brad Pitt) representa la severidad, pues la cree necesaria para enseñarle al niño a enfrentarse a un mundo hostil. Ese proceso de formación se extiende desde la niñez hasta la edad adulta. Es entonces cuando Jack (Sean Penn) evoca los momentos trascendentes ... [+]
11 de enero de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tarrence Malick (“La delgada línea roja”, “El nuevo mundo”) nos presenta una película que abre sus páginas en alabanza a Dios y su Creación. Con ella, el artista ha logrado alcanzar una estética que concibe al cine como una clara expresión de arte (El Séptimo Arte), donde ha sabido alcanzar una mímesis completa entre el espíritu humano de los personajes, su conflicto interior y exterior, y el lenguaje técnico-estético de la cámara fotográfica.
En la película, el director nos traslada a la vivencia de una familia de los años 70, los O`Brien. Sin embargo, concretamente nos vincula con la experiencia de uno de sus hijos, el mayor: Jack. El director nos facilita la lectura del corazón de éste joven y su propia lucha interna, y el crecimiento humano y espiritual que va sucediendo desde su infancia hasta la madurez. El chico, como bien descubre en sí mismo, se ha dado cuenta de que Dios le ha otorgado una naturaleza que se deja vencer por la tentación (“Hago lo que más odio”, dice en un momento de su vida); sin embargo, una y otra vez vemos en él la imágen del Hijo Pródigo que vuelve a Dios y a sus padres arrepentido. No obstante, no será sino con la muerte de su hermano menor (aquel al que tanto envidiaba) cuando el espíritu de Jack despierte de verdad en Dios, buscándole a través de esos desiertos y mares sin fin.
“¿Por qué?”. La pregunta que se hacen los protagonistas por lo que les depara la vida es constante. Esta familia feliz y agraciada no llega a comprender la voluntad de Dios y les cuesta ver una pérdida tan querida como algo justo.
Durante esos largos minutos, el director nos expone un cuadro de bellas expresiones del Misterio: luz, fuego, agua… que nos deja sin aliento y maravillados ante la obra de Dios. Malick muestra a Dios en la naturaleza, en lo que nos rodea y en las personas con las que convivimos (la maravilla ante un nuevo nacimiento, la alegría y el compartir de los tres hermanos…).
Las voces en off de los protagonistas nos revelan su disconformidad ante las dificultades, su incomodidad ante la falta de respuestas… y todas ellas, se dirigen hacia arriba, hacia Dios… Malick no sólo nos muestra una historia familiar y sus respuestas a las circunstancias que se les plantea, sino que nos traslada al corazón de cada uno, su visión personal, como única e irrepetible, acercándonos a intensas expresiones o a sus miradas desbordantes de amor, alegría o dolor con esos planos tan cercanos e impactantes.
Sagitus
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