Culto a lo morboso, escatológico, desagradable, obsceno. Cuenta las aventuras de "The Feminist", un grupo de rock formado por perdedores, auténticos deshechos sociales que hacen de sus hándicaps un vinculo de unión para tocar y presentarse a un concurso local.

La historia comienza cuando los tres componentes originales del grupo buscan un batería. Koen, un violador skin que vive boca abajo es el cantante, Jan, un homosexual con un brazo paralizado, toca el bajo, e Ivan es un drogadicto maltratador con una hija que no cuida. El nuevo batería es Dries, un afamado escritor que no sabe nada de música.

Es precisamente la historia de Dries la que más llama la atención. Su ritmo y nivel de vida contrasta con el resto de componentes del grupo. Mientras él tiene una economía más que aceptable, un trabajo, una casa decente y una bonita mujer el resto vive literalmente en la basura y en la inmundicia, pero no obstante se introduce de lleno en ese mundo "underground", ese mundillo de miseria y caos que quizá esté dentro de todos. Buscando en lo más profundo, quizá no son tan diferentes en el fondo. Todos los seres humanos tenemos nuestro lado salvaje y políticamente incorrecto.

Las imágenes son realmente impactantes, buena dirección, no tanto el guión en sí aunque tiene un gran final y la última media hora diría que es realmente cine del bueno, en estado puro. Podrán encontrarle similitudes a películas del estilo tipo "Trainspotting" o "Réquiem por un sueño", salvando las distancias, claro está. Probablemente beba de esas fuentes y de otras de cine independiente europeo y asiático.

No es apta para estómagos sensibles ni mentes que se escandalizan con facilidad. No por ser tan independiente y anti comercial va a ser buena, pero deja sus pinceladas, y una vez que te acostumbras a los personajes y su estilo de vida, descubres que en fondo no son tan raros ni tan diferentes a nosotros.

Hoy en día es muy difícil innovar, pero buen intento, Mortier.