Logra captar y transmitir (salvo algunos detalles erróneos, como lo del perro, que el verdadero Hitler jamás lo hubiera hecho) ese carisma y magnetismo personal que tenía. Cómo cautiva a la gente actual, como la cautivó entonces, quizá por problemas parecidos (sin llegar al mismo extremo)...El actor es buenísimo. Ese momento de silencio ante las cámaras (muy buen recurso por cierto...) es espectacular. Se puede notar la conexión entre él y la gente. Y el final, donde se deja entrever de forma agridulce los apoyos que podría suscitar...