No hay duda de que estamos ante una producción de las de antes. La diligencia es un film mítico por varias razones que vamos a desgranar a continuación, pero antes de proceder diré que en mi opinión no se trata de la obra maestra que bastante gente dice que es. La ambientación es sublime. Esos paisajes desérticos que representan el viejo oeste que todos nos imaginamos siempre que pensamos en las pelis de vaqueros. Además, tales escenarios generan suspense al ser lugares en los que los apaches pueden aparecer para atacar. El argumento es tan sencillo como eficaz. Este presenta a una serie de personas que se juntan con el objetivo de llegar en diligencia a Lordsburg. Sin embargo, el viaje no resultará tan fácil, ni mucho menos, pues en el territorio que deben cruzar se encuentra una tribu de indios armados, los cuales serán el mayor peligro que tendrán que superar. En cuanto a los personajes, hay que decir que todos están muy bien dibujados y poseen un desarrollo correcto a lo largo de la historia que nos permite conocerlos medianamente. Destacables los papeles de John Wayne como Ringo, de Thomas Mitchell como el Doctor Boone y de Claire Trevor como Dallas. El primero tiene el perfil del típico pistolero, rudo y galán. El segundo sirve en varias ocasiones como alivio cómico con sus continúas borracheras. La tercera es una mujer despreciada por su profesión de prostituta que tiene un gran corazón y lo demuestra durante todo el visionado. Hay escenas para el recuerdo como el ataque de los indios a la diligencia o la confrontación de Ringo con los 3 hermanos. Esta última se ejecuta con la maestría de un grande. Se ve que Ford sabía muy bien lo que hacía. Los 90 minutos que dura se pasan volando. Se agradece que no se exceda en su tiempo con momentos de relleno absolutamente innecesarios. En fin, creo que ya está todo dicho por mi parte. Uno de los western más recordados y aplaudidos de la historia. Repito que para un servidor no es una obra maestra, pero sí una cinta atemporal que indiscutiblemente creó escuela.