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España España · Vva de Bellpuig
Voto de Simpkins:
10
Drama Estados Unidos, años 50. Jack (Hunter McCracken) es un niño que vive con sus hermanos y sus padres. Mientras que su madre (Jessica Chastain) encarna el amor y la ternura, su padre (Brad Pitt) representa la severidad, pues la cree necesaria para enseñarle al niño a enfrentarse a un mundo hostil. Ese proceso de formación se extiende desde la niñez hasta la edad adulta. Es entonces cuando Jack (Sean Penn) evoca los momentos trascendentes ... [+]
1 de noviembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que sobre esta película, al salir de la sala de proyecciones, creí que no escribiría ningún comentario. No porque me haya gustado o dejado de gustar, simplemente porque he salido completamente aturdido y con un ligero cosquilleo en el estómago que no podía comprender. Poco a poco este cosquilleo se ha convertido en un nudo mientras conducía. Una vez he bajado del coche y he entrado en casa, ese cúmulo de sensaciones había despertado en mí una extraña irritación.

No era irritación hacia la película. No tenía nada que ver con su calidad o lo que había disfrutado con ella, pero estaba muy claro que esa sensación me la producía mi visita al cine.

Poco a poco, he ido organizando todas esas sensaciones y a la vez he intentado ver que había sucedido durante el visionado de la película. La conclusión a la que he llegado es muy sencilla: la película tiene una capacidad enorme para tocar la fibra sensible a todo aquél que llegue a involucrarse con la historia que, más que contar, Malick sugiere.

Y es que más allá de todo el discurso trascendental con que Malick envuelve esta historia sobre el despertar a la madurez, lo que realmente consigue meterte el corazón es un puño es como, cuando el personaje de Penn se zambulle en sus recuerdos, escena tras escena Malick dibuja sentimientos precisos en los que casi cualquier espectador puede verse más o menos identificado: el respeto hacia el padre, que tan pronto muda en amor como otras veces se acerca al odio más visceral; la envidia hacia el hermano, más dotado y talentoso; el dolor que produce la pérdida de un ser querido; la madre como refugio a toda la aspereza que nos rodea; la felicidad con que se disfruta la inocencia durante la infancia y como todas estas experiencias forjan nuestra personalidad y a su vez todos estos recuerdos pueden convertirse en un lastre que nos atenaza ya de adultos.

Pero además, a medida que das vueltas a todo lo que Penn rememora, ves como su historia encaja como un guante dentro del otro gran tema que Malick pretende desarrollar: la trascendencia de la propia vida. Abriendo y cerrando a su modo preguntas como: ¿cuál es nuestro papel dentro de un universo claramente inabarcable? ¿Merece la pena acudir a la religión para hallar respuestas? Y, sobre todo… ¿Qué es la vida y qué significa vivir?

Como comprenderéis, después de ver una película como ésta, en una sala de cine vieja y prácticamente vacía y haber accedido al juego que propone Malick, que te lleva de la mano de sus personajes a un viaje introspectivo muchas veces incómodo, lo más normal es levantarse de la butaca aturdido y, después de recibir semejante bofetón, es natural sentirse irritado.

Es difícil puntuar este trabajo. Supongo que lo amas o lo odias. Sea como sea, posiblemente estemos ante una de las obras más estimulantes rodada en años. Con la boca pequeña, añadiré que muy posiblemente haya presenciado una obra maestra rotunda. Debo volver a verla.
Simpkins
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