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Voto de billywilder73:
9
Musical. Romance. Drama Geneviève es una joven que vive con su madre y le ayuda en la tienda de paraguas que tienen en Cherburgo. Está enamorada de Guy, un joven mecánico, con el que piensa casarse a pesar de la oposición de su madre, que considera a Geneviève demasiado joven y a Guy demasiado pobre. Para pagar una deuda, la madre se ve obligada a vender un collar a un rico joyero que se enamora de Geneviève desde el primer momento. Mientras tanto, Guy tendrá ... [+]
1 de agosto de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A los géneros cinematográficos les pasa lo mismo que les ocurría a las cucarachas del famoso anuncio, que nacen, crecen, se reproducen, mueren y desaparecen... Y si el musical nació a finales de los años 20, creció en los 40 y se reprodujo en los 50; a mediados de los 60 – la película es del 64 – la fórmula parecía estar agotada.
Los paraguas de Cherburgo representa un soplo de aire nuevo acorde con los nuevos tiempos de modernidad que estaban revolucionando el cine en esa lucha sin cuartel para que el enfermo musical se cure.
¡Para revolucionar, hay que arriesgar! Y Jacques Demy se marca un tanto ofreciéndonos un “musical crepuscular” sin números coreografiados pero con todos los diálogos cantados de inicio a fin convirtiendo el experimento en obra maestra.
La genialidad radica en su originalidad – las letras cantadas recuerdan al género popular de la canción de amor francesa – y sencillez, no hay estridencias ni fantasías rimbombantes, solamente una historia de amor melodramática acompañada de una maravillosa música de Michel Legrand de la que destaca el famoso tema que sirve como leit motiv del amor sin medida que sienten los dos protagonistas: Guy y Geneviève y que pone, no pocas veces, la piel de gallina.
El afán por alejarse de la narración clásica se ve reflejado en la negación de la visualización de algunos momentos decididamente esperados por el público - y que años atrás habrían sido pecado elidirlos – como ocurre cuando el joven joyero que aspira al amor de Geneviève se entera de que está embarazada o cuando Guy vuelve de la guerra y la encuentra casada.
A pesar de lo innovador de la propuesta en cuanto a su puesta en escena – esos colores pastel tan chillones de paredes y vestidos que nos hablan de la embriaguez amorosa de la pareja – la película es deudora de algunos tics de la época: la utilización de la música con acompañamiento coral en el desenlace final de la obra como ocurría en films de aplastante éxito como La colina del adiós, Creemos en el amor o Desayuno con diamantes.
Para el espectador actual Los paraguas de Cherburgo tal vez choca un poco al principio – había algún ejemplo reciente como Evita, que no está bañada, ni mucho menos, del exacerbado romanticismo de ésta - pero no tarda en ganarse la confianza y te atrapa casi sin darte cuenta, llevándote en volandas hacia un final duro sin concesiones, tremendamente emotivo y absolutamente genial... solamente quien no haya sufrido mal de amores puede quedarse indiferente ante ella.
La cámara de Jacques Demy parece festejar ese amor moviéndose – sin apenas cortes - alrededor de los personajes, siguiéndoles, acercándose o alejándose como si estuviera bailando con ellos.
Literalmente Guy y Geneviève llorarán de lo mucho que se aman prometiéndose amor eterno siendo todavía unos pimpollos. Por eso la madre de la enamorada, más pelleja en estas guerras, le canta una de las mejores frases que se han escrito nunca y que resume la tesis de la película: “Sólo se muere de amor en el cine”. Y es que el film plantea – y es su punto más interesante – una serie de interrogantes sobre las decisiones que tomamos en la vida, sobre el amor verdadero y sobre el paso del tiempo.
Nada es eterno... todo se pierde... y es que el amor, como el musical o las cucarachas, también nace para morir.
billywilder73
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