El tema de los fantasmas está de moda, y subiéndose al carro de lo paranormal llega esta película. Trabaja la madre de Stifler, por lo que es obligado su visionado.

David Harbour en un papel cómico, que siempre es de agradecer. La típica película que ves el sábado por la noche ,es lo suficientemente buena como para que deje un buen sabor de boca. Está en tierra de nadie, no hace gracia ni da miedo (tampoco es su objetivo) pero entretiene que es suficiente.

Jennifer Coolidge llena la pantalla con su carisma, su sola presencia es ya motivo de visionado.

A veces nos recuerda (vagamente y salvando las distancias) a las películas de fantasmas de los 80, pero no llega. La receta de casa con fantasma gracioso y familia está ya muy trillada, pero sigue funcionando. Claramente las cosas funcionan si se hacen bien, y este es el caso.

No esperemos, eso sí, que vamos a ver una obra maestra que satisfaga las ansias cinéfilas de los especialistas pero cumple.

Como es normal, los efectos visuales no son gran cosa ni pretenden serlo, pero lo contrario sería una sorpresa.