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Voto de griffinjazz:
9
7,4
19.827
Western
Un grupo de colonos buscadores de oro se establece en un lugar de California, pero sufren el acoso de los hombres de Lahood, el propietario del resto de las explotaciones mineras. Pero un día al poblado llega un misterioso y frío predicador (Clint Eastwood) que se pone de parte de los colonos, y comienza a enfrentarse al temido cacique local. (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2008
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Jinete Pálido es una película de una importancia histórica notable, supuso la resurrección del género entre géneros, el western, que cayó sepultado definitivamente en 1980 bajo la losa de “La Puerta del Cielo” de Michael Cimino. Es el tercer western de Clint como director, tras “Infierno de Cobardes” y “El Fuera de la Ley”, y en mi opinión es el filme que inicia su etapa de madurez, a partir de aquí todas las películas dejan de ser buenas para convertirse en muy buenas, cuando no excelsas.
En “El Jinete Pálido” hay rastro de sus dos primeros westerns, sobre todo en la caracterización del forastero, pero mientras que la primera nadaba en las aguas de Sergio Leone, quizá en exceso, y la segunda en las de Don Siegel (genial el personaje de Josey Wales), es aquí donde queda constancia de la impronta de Clint con su sello característico, da la impresión de ser su primera aportación definitiva a la historia del género. Tal hecho puede resultar chocante si tenemos en cuenta que estamos ante un remake de “Raíces Profundas” (Shane), la magnífica obra de George Stevens lastrada para toda la eternidad por la presencia de un impávido Alan Ladd, una historia de por sí definitiva en la que Eastwood interviene con dos modificaciones que son el corazón de la película:
1. El aura de misterio, de magia, de mitología que añade a la historia, convirtiendo al personaje del Predicador en un ser que roza lo sobrenatural. Alusiones a la biblia y al apocalipsis, ese personaje que llega de ninguna parte a partir del hechizo de una adolescente y se marcha sin dejar huella tras cumplir su misión, un tipo con capacidad de aparecer y desaparecer sin ser visto. Un hombre que debía estar muerto (se muestran las cicatrices de balazos en la espalda), y que sin embargo tiene un pasado, se afeita, se acuesta con una mujer y tiene dos pistolas guardadas en una caja fuerte. Esa incertidumbre por la mezcla de fantasía y realidad es todo un acierto y el gran logro del filme.
2. Eastwood cambia al chico de “Raíces Profundas” por una adolescente, Megan, que irremisiblemente se enamora de él. Marca de la casa, Clint Eastwood a lo largo de su filmografía ha repetido una y otra vez como chicas de todas las edades, profesiones y razas han caído rendidas ante su irresistible figura; yo también lo haría si fuera director de cine (en este caso dos, la madre y la hija). Megan reza buscando una solución a su desesperación y El Predicador es la respuesta. El enviado les da el AMOR que necesitan, si bien dos personajes femeninos están dibujados con enorme dignidad y perfectamente interpretados.
En “El Jinete Pálido” hay rastro de sus dos primeros westerns, sobre todo en la caracterización del forastero, pero mientras que la primera nadaba en las aguas de Sergio Leone, quizá en exceso, y la segunda en las de Don Siegel (genial el personaje de Josey Wales), es aquí donde queda constancia de la impronta de Clint con su sello característico, da la impresión de ser su primera aportación definitiva a la historia del género. Tal hecho puede resultar chocante si tenemos en cuenta que estamos ante un remake de “Raíces Profundas” (Shane), la magnífica obra de George Stevens lastrada para toda la eternidad por la presencia de un impávido Alan Ladd, una historia de por sí definitiva en la que Eastwood interviene con dos modificaciones que son el corazón de la película:
1. El aura de misterio, de magia, de mitología que añade a la historia, convirtiendo al personaje del Predicador en un ser que roza lo sobrenatural. Alusiones a la biblia y al apocalipsis, ese personaje que llega de ninguna parte a partir del hechizo de una adolescente y se marcha sin dejar huella tras cumplir su misión, un tipo con capacidad de aparecer y desaparecer sin ser visto. Un hombre que debía estar muerto (se muestran las cicatrices de balazos en la espalda), y que sin embargo tiene un pasado, se afeita, se acuesta con una mujer y tiene dos pistolas guardadas en una caja fuerte. Esa incertidumbre por la mezcla de fantasía y realidad es todo un acierto y el gran logro del filme.
2. Eastwood cambia al chico de “Raíces Profundas” por una adolescente, Megan, que irremisiblemente se enamora de él. Marca de la casa, Clint Eastwood a lo largo de su filmografía ha repetido una y otra vez como chicas de todas las edades, profesiones y razas han caído rendidas ante su irresistible figura; yo también lo haría si fuera director de cine (en este caso dos, la madre y la hija). Megan reza buscando una solución a su desesperación y El Predicador es la respuesta. El enviado les da el AMOR que necesitan, si bien dos personajes femeninos están dibujados con enorme dignidad y perfectamente interpretados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por lo demás, la historia es muy simple, maniqueísmo puro y duro, la eterna lucha entre el bien y el mal, entre los tiranos y los favorecidos, una historia típicamente bíblica y en la que un ángel surge del infierno para tomar partido. El Predicador le da a cada uno lo que necesita, a Hull Barrett, un hombre honesto y con capacidad de liderazgo para sacar a su pueblo del apuro (un Moisés), le enseña a ser fuerte y tenaz, a Carrie Snodgress, aparte del merecido polvo, le enseña que hay cosas por las que vale la pena seguir luchando (Hull en este caso) y a la chica Megan, que debe optar a alguien mejor que un cadáver viviente ávido de venganza. Todo muy poético y homérico, objetivo cumplido, todo salvo….. la sed de sangre, claro. El Predicador no puede marcharse sin acabar su misión, y para ello hace falta un poco de acción. La venganza se sirve mejor fría, y El Predicador acribilla al comisario Stockburn (un genial John Russell, clásico secundario del mundo del western) y a todos sus ayudantes, en una larga escena deudora nuevamente en exceso de Sergio Leone. Stockburn, que está seguro de haber visto antes al forastero, muere con el mismo círculo de disparos que lucen en su propia espalda, que cada uno saque sus conclusiones.
Antes de terminar, volver a mi escena favorita, esa que superpone las imágenes de Megan pidiendo a dios una ayuda con la llegada bajo los truenos y relámpagos de nuestro héroe (que ellos paisajes nevados). Brutal, como brutal es el martillazo en los cojones a Richard Kiel (el Tiburón de Moonraker y La espía que mamó), que le sirve para redimirse y cambiarse de bando. Ser expeditivo en las soluciones se llama….
Antes de terminar, volver a mi escena favorita, esa que superpone las imágenes de Megan pidiendo a dios una ayuda con la llegada bajo los truenos y relámpagos de nuestro héroe (que ellos paisajes nevados). Brutal, como brutal es el martillazo en los cojones a Richard Kiel (el Tiburón de Moonraker y La espía que mamó), que le sirve para redimirse y cambiarse de bando. Ser expeditivo en las soluciones se llama….