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España España · Miranda de Ebro
Voto de Cocalisa:
7
Comedia Érase una vez una joven de 24 años que creía en el gran amor, en los signos, y en el destino; una mujer que soñaba con ser actriz y esperaba conseguirlo algún día; un joven que creía en su talento de compositor pero que no creía mucho en sí mismo. Érase una vez una niña que creía en Dios. Érase una vez un hombre que no creía en nada hasta el día en que una vidente le dio la fecha de su muerte y entonces, a su pesar, se puso a creer en eso. (FILMAFFINITY) [+]
11 de marzo de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Referencias evidentes a relatos universales -Caperucita Roja, La Bella Durmiente, La Cenicienta…-, entremezcladas con fragmentos de una realidad más disparatada, si cabe, que aquellos, habitan el más reciente título de Jaoui, Un cuento francés, distinguido con el Premio al Mejor Guión en la Seminci de Valladolid 2013.

El tandem formado por Agnès Jaoui y su esposo Jean-Pierre Bacri (coguionista y coprotagonista en todos los largometrajes dirigidos por ella, entre los que ya disfrutamos en la programación de “Cine a la Carta” de Para todos los gustos) viene a recordar, de algún modo, a otra pareja también francesa, Robert Guédiguian y Ariane Ascaride, artífices, en una sostenida labor “a cuatro manos”, de un cine tan personal como el de los primeros. Claro que las similitudes se limitan a esa vocación de “trabajo en familia” y a la originalidad característica de la filmografía de todos ellos, porque la perspectiva expresamente política de Guédiguian/Ascaride dista de la mirada tierna y al tiempo burlona que Jaoui/Bacri reservan a sus personajes.

¡Y qué personajes!: una Marianne (interpretada por la cineasta), especie de hada madrina tan bondadosa como torpe; un Pierre (el papel de Bacri), ogro deprimido y crecientemente ofuscado por la fecha maldita que una estrambótica vidente predijo para su fallecimiento; Laura, una princesa insegura y atolondrada, sumida en el sueño no por el pinchazo de un huso de hilado, sino por la ingesta de alcohol y estupefacientes; Sandro, un caballero andante tartamudo y de economía precaria que perderá su zapato al abandonar precipitadamente el baile en que conoce a Laura; Fanfan, una madrastra, como quiere la tradición, celosa y obsesionada por una belleza sostenida no con sortilegios o pócimas, sino a base de recurrentes operaciones de cirugía estética; Maxime Wolff, un estirado lobo seductor de caperucitas; toda una colección de criaturas (perros, sapos, ardillas, buhos, setas, flores, una bruja con vocación de árbol, un príncipe azul renuente a besar a su enamorada…) embarcadas en la representación teatral… de un cuento. Y, sobrellevando mal que bien tan perturbadora compañía, otras figuras más ancladas en lo cotidiano: Eléonore, Julien, Clémence, Eric, Nina… Componiendo, entre unos y otros, historias cruzadas, situaciones ácidamente divertidas, diálogos empapados de un humor sutil… Un retrato, en suma, más acorde con el que acostumbra a regalarnos en el mejor de los casos la vida que con el que despliegan las comedias románticas al uso.
Disfrutemos, en fin, de este romance al estilo Jaoui/Bacri, en el que, a falta de Príncipes, podremos optar por emparejarnos con los sapos. Aunque la conclusión de nuestro idilio resulte ser como la de Un cuento…: “Y vivieron felices… y se engañaron a menudo”.
Cocalisa
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