Entre otros inválidos apuntes, este lloroso melodrama romántico se promete como un canto a las segundas oportunidades de unos seres a la deriva, de sentimientos flotantes y con pesarosas cargas vitales que sobrellevar. Pero "Noches de tormenta" no merece ninguna oportunidad. Es impresionante la acumulación de clichés, lugares comunes, artimañas que esgrime, con impostada sensibilidad y rácana originalidad, tan melindrosa pieza, decididamente ajena a la distancia irónica, necesaria para afrontar una trama reventona de tópicos. Recae en todos los vicios del melodrama larmoyant más postizo y no compulsa ninguna de sus virtudes. Ahí es nada el embolado al que se somete el duo protagonista; una realización plana y sosa, que regala todos los clichés fotográficos al uso y abuso. Sin olvidarnos de su hundimiento en la cursilería más estomagante, proporcionada por la sucesión de grandes frases ( de interés sentencioso y poético).
Siempre cabe elaborar una teoría ( o simplemente entretenerse ) acerca de lo bien que llora Diane Lane o alabar su talento para llenar una camiseta y unos tejanos, o ratificar, una vez más, la opacidad expresiva de Richard Gere a la hora de exteriorizar vaivenes emocionales. Parco bagaje, pardiez.