De lejos lo peor que ha parido a Urbizu. La Caja 507 y La Vida Mancha son dos joyas, dos películas que saben muy bien lo que quieren contar y con unos personajes únicos.

Desgraciadamente, en la que hasta por el momento (salvo Libertad) es su última película, eso es algo que no pasa.

Da la sensación de que aquí, Urbizu ha querido crear una trama alrededor de un personaje llamado Santos Trinidad, en vez de crear un personaje alrededor de una trama.

Que sí, que Coronado, está muy bien. Pero él solo no te levanta la película. Los personajes secundarios son vacíos y faltos de interés (véase el compañero de Rodolfo Sancho), la trama va dando de un lado por otro golpes.

Mientras que en La Caja 507 seguía la travesía de Antonio Resines con interés, con buenos diálogos, con ganas de saber más, de ver lo que pasaba, aquí asisto al viaje de Santos Trinidad con desinterés, llena de luces de neón y prototípicas de los policías jodidos, alcohol a raudales y silencios y persecuciones en coche.

La conexión del terrorismo, no me ha conmovido y simplemente consigue ratificarme que la película está hecha con muchas ideas puestas juntas pero sin tener muy claras las cosas.

Y no, si uno espera una espiral de acción, aquí tampoco va a encontrar lo que buscaba.

Sólo verá un filme que pedía a gritos más diálogos, personajes más interesantes (no solo el protagonista) y una trama mejor trabajada, no un bosquejo.

Pero quién sabe, yo seguiré viendo las dos colaboraciones previas de Coronado y Urbizu. Aquellas sí que consiguen removerme.