Loach siempre tiene sus momentos, pero aquí no alcanza el nivel que uno desea cuando se enfrenta a quizá a su última película. La mezcla entre la temática de una zona de exmineros y la llegada de refugiados árabes, podía producir un film tremendamente complejo, duro, extraordinario, o una mirada fácil. Pese a su enorme habilidad, en esta se inclina hacia la segunda opción, aunque hay momentos que emocionan, hay momentos que sobresalen, pero pese a ello, no despega, le lastra demasiado sus defectos, como su necesidad de decir en vez de evidenciar, hay conversaciones o discursos, en especial de la chica refugiada, tremendamente forzados, hay una mirada algo condescendiente, fácil con el espectador, con el tema.
La película busca enunciar el triunfo de la esperanza pese a todo, frente a todo, de la solidaridad, del compañerismo, pero se pierde en un guion fácil, en una aproximación simple, en personajes sin matices, incluso aunque los argumentos de los que se oponen a la llegada de los inmigrantes se pueden llegar a comprender, no consigue hacer a estos humanos comunes como el resto, se quedan en eso: odiadores.
Loach tenía claro el final que deseaba, pero no permite al film desarrollarse, hilvanándose el mismo hasta llegar a su final, hace saltos forzados para dirigirla hacia donde desea, y queda un mejor final que su propio desarrollo. La película es mucho menos que Loach.