Perfectos los diálogos, las frases, las pausas, la naturalidad de hombres cuarentones que nadie les aviso que la vida seria así, no solo no les dieron manuales sino que las historias que les contaban sobre como iba a ser no se parecían en nada a lo que ahora se enfrentan . Con un elenco de intérpretes difícilmente superable, que más que interpretar, viven o mejor dicho, sobreviven a las situaciones que la vida ha acabado poniendo frente a ellos.
Soberbias todas las historias; la incomodidad de los rencuentro, la distancia que produce el tiempo, los problemas ficticios de hombres sin problemas frente a hombres con verdaderos problemas, la conversación final de la primera historia, el genial Cámara tras la puerta del cuarto de baño, un Darín magnifico en el papel de un hombre perdido, Tosar con su camaleónica habilidad para trasformarse, un gran giro argumentativo, la fragilidad, la ridiculez de hombres que no son lo que aparentan con la gran Candela Peña, máxima que se concreta en la última historia a dos bandas, que expone los problemas de los hombres para desnudarse frente, incluso, a su gente más cercana, historia que acaba a la perfección en una escena perfecta frente a un ascensor.
Divertida, profunda en su liviandad, dulce, real, genial.