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España España · Pamplona
Voto de Asier Gil:
6
Romance. Drama En el apogeo de su carrera, el escritor Charles Dickens, casado y con 46 años, conoce a una joven de 18 que se convierte en su amante secreta hasta su muerte. Adaptación de la novela de Claire Tomalin. (FILMAFFINITY)
25 de noviembre de 2019
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Nada hay como una playa desierta, extensa de arena por recorrer y de inagotable azul con el que saciar la vista, para sumergirse en el interior de un personaje. Coloquemos en ella a una mujer. Es joven y rebosa energía, aunque se la nota cansada. Tiene la mirada distante y lleva un paso acelerado, síntomas de que esconde un secreto y de que desea que el trance de revivirlo dure apenas un suspiro. Su nombre es Ellen Ternan, una esposa y madre de familia que en su juventud, con tan solo 18 años, se convirtió en la amante de Charles Dickens hasta la muerte del escritor. La playa por la que transita al inicio de 'The Invisible Woman' es larga y luce un mar picado, lo que representa que la herida que oculta aún está por cicatrizar. La sociedad en la que vive se revolvería incómoda ante sus confidencias, y por eso cruza la playa sola y rápido. Porque todavía duele recordar y es pronto para haber olvidado.
Aunque se trate de un relato biográfico sobre una parte de la vida del novelista inglés, Dickens no es el protagonista de la película. No, al menos, desde la perspectiva de la cámara y el guion, enfocados ambos en la mirada de la persona con la que compartió sus últimos años. Ternan será esa mujer invisible frente a la sociedad victoriana del siglo XIX, hipócrita y opresora al reverenciar a una persona y no permitirla vivir conforme a sus sentimientos.
Ralph Fiennes pasa página de su incursión en el Shakespeare de Coriolanus para meterse en la piel de otro de los pilares de la literatura británica. La suya no es una película biográfica -al inicio, ya avisa sutilmente de que va a servirse de licencias dramáticas-, pero sí que trata de proyectar todas las realidades del escritor: su vida de fama y reconocimiento, sus problemas matrimoniales y los deseos y miedos que albergó ante la irrupción de una mujer que sacudió su existencia. Fiennes lo dota de humanismo para no elevarlo a las alturas siendo el referente que supone para la literatura inglesa, pero, a pesar de recrear algunos de sus momentos más oscuros -como mostrarle a su esposa que su matrimonio ha terminado construyendo un muro para dividir el dormitorio-, sus actos siempre van acompañados de reflexiones o diálogos en los que Dickens solo es un hombre enamorado que intenta hacer lo correcto.
Sin embargo, la protagonista es ella, la joven que le robó el corazón. Gracias a un guion que enlaza genialmente la historia de ese amor con su vida presente, la estructura narrativa del filme va generando interés por conocer qué precipitó el final de una, suponiendo al mismo tiempo el comienzo de la otra. La dirección de Fiennes es sobria pero efectiva, sobre todo en las escenas en las que la música se apaga y solo quedan dos rostros que se atraen con la fuerza de dos imanes. La agonía de los violines le sirve para expresar el duelo interior de Ternan en su recuerdo, mientras que las palabras de las obras de Dickens inundan un metraje que, en ocasiones, adolece de un ritmo demasiado lento.
Fiennes encarna al novelista inglés, pero las que destacan en su película son las mujeres, sobre todo una Felicity Jones que aporta luz cuando aparece en pantalla y que, sin alardes, va construyendo poco a poco su personaje, mostrando tanto los momentos de joven ilusionada, como los de mujer enamorada y, finalmente, víctima de una sociedad que le impide demostrar su amor y de un hombre incapaz de desprenderse de su fama para completarla.

Diario de Navarra / La séptima mirada
Asier Gil
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