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Voto de charly:
9
7,1
56.369
Thriller. Drama. Intriga
Basada en hechos reales. Tras el asesinato de varios atletas israelíes por el grupo terrorista palestino "Septiembre Negro" durante los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, un agente especial del Mossad tuvo que ejecutar una misión altamente secreta: asesinar a los responsables. (FILMAFFINITY)
12 de marzo de 2008
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una célula de la organización terrorista palestina “Septiembre Negro” secuestra y asesina a once deportistas israelíes en septiembre de 1972 en una masacre que conmueve al mundo. Como respuesta a la misma, un comando hebreo parte de Israel días más tarde con la misión de ejecutar a los miembros de la masacre, en lo que supone una persecución que se prolongará más de diez años.
Munich es, posiblemente, la mejor película de Steven Spielberg, donde demuestra una gran madurez como director, enfocando un conflicto tan delicado y personal (él es judío) desde un punto de vista objetivo y reflexivo. De ahí que suscitara tantas críticas desde ambos bandos. Absténgase gentes demagogas y cortas de miras.
Munich es, posiblemente, la mejor película de Steven Spielberg, donde demuestra una gran madurez como director, enfocando un conflicto tan delicado y personal (él es judío) desde un punto de vista objetivo y reflexivo. De ahí que suscitara tantas críticas desde ambos bandos. Absténgase gentes demagogas y cortas de miras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
De la película cabe separar dos grandes partes.En la primera, que comprende la mayor parte del metraje (hora y media aproximadamente, predomina la acción y el ritmo trepidante de un thriller; mientras que en el último tramo del film el argumento deriva hacia la introspección psicológica de los personajes y se desliza hacia cauces de corte melodramático.
La dimensión formal y la de fondo, probablemente más brillante la primera que la segunda, son sin embargo constantes a lo largo de todo el metraje.
La vibrante acción de la primera parte antes aludida, no está exenta de descripciones de índole sentimental y emocional, excelentemente representada en secuencias de precisa y ajustada tensión. En este sentido, la tensión narrativa se sustenta en una eficaz dirección
de actores (muy gráfica en la escenificación de los jóvenes árabes en los instantes previos al asalto de la Villa Olímpica), y a la par un virtuoso uso del montaje (uno de los grandes puntos fuertes del cineasta, que se pone de manifiesto de forma paradigmática en el montaje en paralelo del visionado televisivo de los cuerpos sin vida israelíes en contrapunto con las fotografías de sus asesinos, que desde ese momento serán objetivo de la incansable persecución de los servicios secretos hebreos).
El segundo y último tramo del film se centrará esencialmente en la figura de Avner Kauffman, personaje al que la película trata de perfilar con mayor incisión, haciéndole evolucionar –y paradójicamente decaer- en una crisis de conciencia, la cual le plantea dolorosas dudas acerca de la hipotética necesidad de los actos perpretados, de su supuesta justicia y, más en general, del verdadero sentido de su vida. Todo ello en consonancia con una existencia condenada a la clandestinidad, a la ilegalidad, a la itinerancia, a la privación de sus seres más queridos y de casi todo contacto humano. Este trágico despertar interior del protagonista, contrasta con el explícito maquiavelismo deshumanizado de sus superiores (especialmente evidente en Ephraim), que parecen mover a sus subalternos como peleles sin ánima, cegados por convicciones dogmáticas e incapaces de plantearse la racionalidad de un acto de venganza.
La dimensión formal y la de fondo, probablemente más brillante la primera que la segunda, son sin embargo constantes a lo largo de todo el metraje.
La vibrante acción de la primera parte antes aludida, no está exenta de descripciones de índole sentimental y emocional, excelentemente representada en secuencias de precisa y ajustada tensión. En este sentido, la tensión narrativa se sustenta en una eficaz dirección
de actores (muy gráfica en la escenificación de los jóvenes árabes en los instantes previos al asalto de la Villa Olímpica), y a la par un virtuoso uso del montaje (uno de los grandes puntos fuertes del cineasta, que se pone de manifiesto de forma paradigmática en el montaje en paralelo del visionado televisivo de los cuerpos sin vida israelíes en contrapunto con las fotografías de sus asesinos, que desde ese momento serán objetivo de la incansable persecución de los servicios secretos hebreos).
El segundo y último tramo del film se centrará esencialmente en la figura de Avner Kauffman, personaje al que la película trata de perfilar con mayor incisión, haciéndole evolucionar –y paradójicamente decaer- en una crisis de conciencia, la cual le plantea dolorosas dudas acerca de la hipotética necesidad de los actos perpretados, de su supuesta justicia y, más en general, del verdadero sentido de su vida. Todo ello en consonancia con una existencia condenada a la clandestinidad, a la ilegalidad, a la itinerancia, a la privación de sus seres más queridos y de casi todo contacto humano. Este trágico despertar interior del protagonista, contrasta con el explícito maquiavelismo deshumanizado de sus superiores (especialmente evidente en Ephraim), que parecen mover a sus subalternos como peleles sin ánima, cegados por convicciones dogmáticas e incapaces de plantearse la racionalidad de un acto de venganza.