Muchas películas vienen a la cabeza solamente con leer la sinopsis de la película: “La isla”, la saga de Bourne, o “The game” se unen a cualquier película de acción de calidad media para que por momentos pensemos que lo que vemos ya es agua pasada. El argumento, que a priori podría dar bastante que pensar, es una simple excusa para montar una película de acción en la que el protagonista debe intentar sobrevivir mientras deja por el camino un sinfín de situaciones rocambolescas.

Pero el objetivo de “Eternal” no es ni mucho menos en provocar un dilema ético, ni disertar sobre los designios del ser humano. En ningún momento se detiene a explicar el cómo ni el por qué, sino que rápidamente convierte al protagonista en un héroe en una huida hacia adelante. Ni falta que le hace porque presentar a un Jason Bourne es mucho más atractivo que la otra opción, así que de repente vemos cómo Reynolds tiene que acabar con la organización a base de disparos y golpes mientras desarrolla una historia increíble. Un típico action man en apuros.

Reynolds no parece preparado para estos envites. Sin poner en duda su capacidad interpretativa (que tampoco vamos a alabar), este papel le viene grande. Con un personaje que tiene menos aristas que un chupete, tiene la misma cara durante toda su aventura. Tampoco es que esté más desarrollado el papel de Kingsley, el mejor de la película, pero en el poco tiempo que aparece en pantalla atesora más calidad y saber estar que el primero.

“Eternal” es una película rutinaria de ciencia ficción en la que se repiten las secuencias que ya hemos visto en otras ocasiones sin que su director Singh pueda hacerse con los mandos e imprimir algo de personalidad. Al final esta falta de carácter hace que sea algo fría e impersonal, y que solo quiera mostrar un poco de acción y no rematar con algo de más peso.