Shyamalan no es un director que me encante pero tampoco que me disguste, ha tenido sus bajones y bastante duraderos pero llegó el año pasado con La visita y ya se vieron resquicios de que había estado una década troleando al mundo entero con aberraciones como El incidente o After Earth entre otras obras cutres. He tenido algún que otro disgusto con El bosque pero en general su cine era alabado y cuanto menos sorprende con sus finales en términos generales. Esta vez coge a McAvoy con una historia aparentemente irrisoria y nos mete en su bolsillo para atraparnos desde el primer minuto hasta aplaudir con el último. Una historia envolvente, terrorífica, dramática e incluso divertida por momentos de ese humor negro que caracteriza al personaje de Kevin. Mención especial a Anya Taylor Joy como actriz principal que planta cara al impredecible de McAvoy. Un thriller dramático trepidante y absorbente que trata la triste realidad de los traumas de una manera muy profunda y sobrecogedora. Shyamalan se marca un punto y reconocimiento en taquilla que llevaba años perdido y recuperó con La visita para seguir con Jason Blum y ganarse el respeto que tenía antaño. Una película recomendable de ver y no descartaría que se siga recordando con los años por lo que representa. No quiero hablar de spoilers pero es fascinante la valentía que ha tenido este director al tratar una película aparentemente independiente y única.