La película carece de crítica social, de hecho no llegan a decir la localización exacta donde se desarrolla la trama, aunque el director al parecer se inspiró en una experiencia propia de la vida real. Owen Wilson vuelve 15 años después al cine en serio y deja de lado la comedia para interpretar a un padre de familia al que los asiáticos consideran corrupto y ladrón aprovechado de esas tierras. Se ve inmiscuido en un golpe de estado donde las muertes y las tragedias abundan aunque al igual que San Andrés no tienen lo que hay que tener para darle ese realismo que realmente emocione e impacte al espectador. Aunque destaco la presencia decisiva y testimonial de Pierce Brosnan quien pese a no ser un gran actor es de lo mejor de la cinta debido a la trascendencia y ayuda que sirve ese personaje en la trama. Una trama sencilla, previsible y convencional aunque es cierto que tiene momentos intensos y bien rodados aunque por momentos excesivamente irrisorios a causa del Slow Motion que se abusa demasiado de el cuando no debería pasar de un par de escenas. La música tampoco destaca y no hay un gran trabajo de fotografía aunque como dije la dirección solventa muchos errores debido a que el montaje es realizado de manera correcta sin dejar cabos sueltos que pese a que el guión no contenga sorpresas si logra cumplir y no llega a hacer el ridículo como si lo hacía la cinta de Brad Peyton de The Rock citada anteriormente. Se podría decir que es una película sencilla y correcta que podría haber mantenido la tensión que han mantenido otras cintas similares o con momentos parecidos como por ejemplo Guerra Mundial Z que se sentía la tensión de verdad aunque en esta de Dowdle no pasa de un par de momentos buenos pero no sorprende. Correcta aunque irregular.