Creo que no volveré a ver otra película de Susane Bier. En otras ocasiones había disfrutado de sus tremendos dramones, pero en este caso he acabado saturado de tantos lágrimones. Sí, reconozco que me emocionó (tengo la lágrima fácil) pero treminé por aborrecer esta incursión americana de la directora danesa. Ni siquiera la actuación de Benicio Del Toro, que en la primera media hora promete mucho, acabó de gustarme; los constantes primeros planos a los que somete esta directora a sus actores hace que termines cansándote de sus caras, más aún si se trata de un "gesticulador" como Del Toro. Espero que el actor hispano no acabe como Jack Nicholson.