El gran Clint Eastwood con más de 80 años de edad nos deja otro título en el que es notoria su maestría para la realización, para la dirección de actores y para la creación de climas intensos y emotivos. El problema no es cinematográfico, sino ideológico: no hay una sola insinuación de crítica a las criminales intervenciones norteamericanas en Medio Oriente, sino solamente una exacerbación del patriotismo más ramplón y ni siquiera pone en alguno de sus personajes (ya que él es decididamente un fascista) algún atisbo de auto-cuestionamiento. Reitero, su pulso narrativo sigue siendo excepcional, pero al igual que la directora alemana Leni Riefensthalt cuyo genio estuvo al servicio del régimen nazi su maestría es absolutamente incondicional a la política exterior del imperio.