Me llena de orgullo y satisfacción en estas fechas tan señaladas (previo pase anterior al estreno definitivo, que me lleva a otro gran apunte: se va a estrenar antes en España que en la propia América) anunciar que “Paranormal Activity: Los Señalados” será la primera película potable de terror de este 2014 que va a entrar un todo un aperitivo para la siguiente entrega que llegará el próximo Octubre.

Dentro de sus limitaciones y a sabiendas de que no será ninguna obra maestra o clásico reconocido, la película es tremendamente buena en lo que mejor sabe hacer: explotar el “found fotage” y hacer que los fans o curiosos por este tipo de cine disfruten y tengan su ración de sustos. Y esta entrega supone una revitalización y recuperación monumental tras la desastrosa cuarta entrega que hizo que el 90% perdiese el interés en lo que se llevaba convirtiendo en una mera feria de a ver con que susto o que argumento saco ahora para mantener el interés.

Esta entrega supone un cambio de aires y pese a que parecía que el cambio de localización y de actores podría ser insustancial, ha desembocado en ser un gran acierto para la película (la nueva localización está aprovechada y bien presentada y los nuevos personajes se desarrollan bien dentro de sus planos límites, lo que permite conectar lo suficiente con ellos). El guión es mucho más entretenido (el inicio de la película con esas liadas a lo Jackass y la inclusión del sexo y la desnudez logra hacerte creer que hemos acudido a ver una comedia, hasta que pasa el hecho desencadenante y te va metiendo en la acción). Los sustos vuelven a funcionar y a estar tan bien hechos como en la tercera entrega (son dinámicos y hacia la recta final de la cinta es un auténtico carrusel), pero donde mejor me lo pasé en la cinta fue en cómo el guión se entretiene atando cabos con las historias interconectadas y como juega bien las catas y es capaz de hacerte poner una mueca de sorpresa que te deja esperando por Octubre para ver con qué salen.

La casa de los sustos (una metáfora propia que hago de la franquicia) ya no es una casa. Es una ciudad, un coche, una calle… Y parece haber hallado otro punto álgido como alcanzaría hace ya un tiempo. No sólo ha aprendido de los errores (la inefable, aburrida, estirada e innecesaria cuarta entrega) sino que ha desarrollado mejor su concepto y sus ideas. Ha cruzado los límites, pero para bien. Toca recompensarla por ello.