'La Ventana Indiscreta' es un ejercicio metacinematográfico brillante que trata, entre otras muchas cosas, sobre nuestro papel de mirones como espectadores. Hay un paralelismo claro entre el protagonista, fijado en su silla de ruedas y nosotros, como audiencia, sentados en nuestra butaca.
También es una obra fundamental para entender la importancia del punto de vista en una película. La cámara no se alejará bajo ningún concepto del personaje encarnado por James Stewart. Si él consigue salir de su apartamento en algún momento, la cámara irá con él.
Además de ser la obra que mejor define quién es Hitchcock dentro de toda su filmografía, de ser la mejor representación de por qué se le conoce como el maestro del suspense, me fascina el detalle de que, en paralelo con la trama principal, el director construya micro-narrativas en cada una de las ventanas pertenecientes al patio de vecinos, representando en cada una de ellas un género cinematográfico distinto. Como si cada ventana que enfocara nuestro protagonista fuera una pequeña pantalla proyectando películas de diferentes géneros. Desde las famosas 'sex comedies' de la época hasta el thriller, el terror o el drama en su forma más absoluta.

Porque todos alguna vez hemos sido Jefferies, y hemos preferido mirar hacia fuera antes que solucionar los problemas que tenemos dentro.

Y todo esto sin querer indagar demasiado en la potencia visual del suspense -cómo se nota que Alfred empezó haciendo cine mudo-, ni en sus grandes interpretaciones -fantástica Thelma Ritter-, ni en el desarrollo de la trama romántica con sus respectivas comparaciones con las parejas del vecindario, ni en lo bien integrados y divertidos que son sus alivios cómicos.
La secuencia inicial en la que se nos presenta todo lo que tenemos que saber sobre el patio de vecinos y el protagonista es una de las mejores y más eficientes aperturas de la historia del cine.
A mí tampoco me termina de convencer cómo está realizado el desenlace del suspense -ay los flashes, qué gran idea conceptualmente, pero qué ortopédica ejecución, nunca mejor dicho-, sin embargo, no tengo ninguna duda de que es una de las obras más interesantes de analizar sin dejar a un lado uno de los grandes puntos fuertes -a mi modo de ver- del director británico, que el gran público también pueda disfrutar de la película sin resultar pesada ni excesivamente compleja.

Hay un tema recurrente a lo largo de parte de la filmografía del maestro que me parece muy curioso, saltarse el código 'Hays' de manera ingeniosa. En esta película lo vemos expresamente cuando Grace Kelly y James Stewart están acurrucados en la silla. Por si no lo conocíais, uno de los puntos más comentados de este reglamento que estuvo vigente hasta finales de los 60, era que no se podían dar besos más largos de 5 segundos, pues Hitchcock decidió poner besos de una duración más corta pero muy continuos, durante casi un minuto, así cumplía con dicha ley y aumentaba el factor erótico tan presente en toda la película.

Sólo queda rendirse ante un director que te estrena dos obras maestras como son 'Rear Window' y 'Dial M for Murder' en un mismo año. Inabarcable.